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El servicio militar había formado de tal suerte el carácter del viejo, que la insubordinación era para él el más feo delito, y su divisa, obediencia pasiva, automática; así es que amenazó a Amparo, poniendo los ojos fieros y la voz tartajosa, con romperle una costilla si volvía a leer periódicos en la Fábrica.

El barón, por su carácter sombrío, por sus excentricidades, y sobre todo por lo espantable de su rostro, inspiraba general temor en la población. Los niños sentían en su presencia un terror pánico. Los padres y las niñeras, para reducirlos a la obediencia, les amenazaban con él: ¡Se lo voy a decir al barón! ¡Que viene el barón! Hoy he visto al barón y me preguntó si eras obediente, etc.

Los continuados repetidos avisos que recibia en el camino D. Cristóval Lopez, del agigantado cuerpo que tomaba la sedicion en las provincias de la Sierra, le hicieron apresurar las marchas cuanto pudo: y hallándose ya en las inmediaciones de Salta con la tropa de su mando, tuvo órden del Coronel D. Andres Mestre, Gobernador del Tucuman, para que con toda la aceleracion posible se acercase, en atencion á que 300 hombres de las milicias de aquel gobierno, destinados á servir en el Perú, habian perdido la obediencia á su comandante y oficiales, que maneatados los hacian retroceder en busca del regalo de sus casas.

Habla, que eres la madre de esta niña. ¿No crees que sería mejor, tanto para el bienestar temporal como para la vida eterna de tu pequeñuela, que se te prive de su cuidado, y que vestida de una manera menos vistosa, se la eduque en la obediencia y se la instruya en las verdades del cielo y de la tierra? ¿Qué puedes hacer en pró de tu niña en este particular?

Acostumbrados á la obediencia, los Moxos tienen un carácter bondadoso, sociable, alegre, y mas que todo paciente; pero así como están siempre en disposicion de reír por la menor fruslería cuando se hallan entregados á mismos, de igual modo la servidumbre los ha hecho tímidos y taciturnos en presencia de los superiores.

Mario y Carlota se hallaban tan admirados, que apenas podían creer lo que oían. Todavía estaba D.ª Fredes loando la obediencia de Adolfo cuando vinieron a avisar que eran las cinco y los actores se hallaban preparados.

A otra insinuación de su Provincial, mientras estaba reduciendo al gremio de la iglesia gran número de infieles, dejando al punto aquella grande obra, pasó á las Reducciones del Uruguay, como si dijéramos, de un cabo del mundo al otro, pues distaban éstas más de mil y doscientas leguas de las otras donde estaba; y un viaje de veinticuatro horas, volvió á desandarle, por obediencia, en veinticuatro días.

18 Porque no osaría hablar alguna cosa que el Cristo no haya hecho por , para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, 21 sino, como está escrito: A los que no fue anunciado de él, verán; y los que no oyeron, entenderán. 22 Por lo cual aun he sido impedido muchas veces de venir a vosotros.

El cuarto voto de obediencia al Papa, peculiar de la Compañía, había hecho indispensable para el Vaticano el apoyo del jesuitismo. Hasta podía afirmarse que el ejército monástico de Íñigo de Loyola había salvado al pontificado en el trance, terrible para él, de la revolución luterana. Era la antigua fábula del hombre y el caballo, puesta de nuevo en acción.

Partieron, pues, Juan de Robledillo y Andrés de Plasencia á Medina del Campo, punto en que residía el Arzobispo, el cual, leído que hubo, con tanta indignación como asombro, la carta de D. Fernando, ampliada con el relato de los dos humildes ermitaños, albergó cariñosamente á éstos en su propia posada, y cuando los vió repuestos de tan continuos viajes y sinsabores, dióles dos cartas, una de ellas para el rebelado Obispo, en que, bajo santa obediencia y pena de excomunión, le ordenaba cumplir lo mandado por Su Santidad, y otra para Garci-Álvarez de Toledo, señor de Oropesa, rogándole se encargase de la ejecución de lo preceptuado por el Papa, á cuyo fin le autorizaba para que obligase al obispo Arias á devolver sus bienes á los Hermanos de la pobre vida.