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En lo más riguroso del estío, cuando se alza polvo ardiente de los caminos y el viajero fatigado se para á la sombra, es cuando gusta mirar hacia las heladas masas, que los rayos solares hacen resplandecer como placas argentinas. De noche, un suave reflejo, como el de un mundo lejano, revela las altas nieves de la montaña.

Andando esta historia, el lector va a descubrir por solo dónde se encuentra el rastreador, el baqueano, el gaucho malo, el cantor. Verá en los caudillos cuyos nombres han traspasado las fronteras argentinas y aun en aquéllos que llenan el mundo con el horror de su nombre, el reflejo vivo de la situación interior del país, sus costumbres, su organización.

Mientras don Juan, sin hacer caso del importuno, iba haciendo pilas de pesos en correcta formación hasta el punto de recordar al pobre dilettante de todas las artes las ruinas de un templo griego, Reyes pensaba: Esas columnas argentinas debía formarlas yo: ¡yo debía ser el administrador de los bienes de mi mujer!

Y al hablar de las ideas argentinas, me refiero a las de toda la América, aunque el fenómeno, por causas que responden a la situación geográfica, a la naturaleza del suelo y a la poderosa corriente de emigración europea, no presenta en ninguna parte el grado de intensidad que en el Plata.

Hasta había carteras con áureas dedicatorias, y la piel gastada por el roce y el tiempo, conteniendo enormes papelotes, acciones de ferrocarriles a través de países salvajes, títulos de propiedad de territorios sobre los cuales habían de levantarse ciudades; valores de empresas locas que se desarrollaban en las praderas yankees o las pampas argentinas regalados en noche de beneficio, como testimonio del afecto práctico de los americanos que al entusiasmo unen siempre la utilidad.

En las llanuras argentinas no existe la tribu nómade; el pastor posee el suelo con títulos de propiedad; está fijo en un punto que le pertenece; pero para ocuparlo ha sido necesario disolver la asociación y derramar las familias sobre una inmensa superficie.

La partida estaba en su pleno y los «Play», «Ready» que se cruzaban entre los jugadores llegaban a su oído llevados por la brisa marina. Hasta distinguía el duro acento anglosajón y las notas argentinas de Blanca cuando se reía de alguna jugada torpe. Aquella chiquilla tenía la culpa de todo...

1. ¿Qué puntos de semejanza hay entre las cinco universidades argentinas antes descritas? 2. ¿Cuál es la historia de la universidad de Santa Fe? 3. ¿Qué facultades tiene la universidad de La Plata? 4. ¿Qué relación hay entre el colegio nacional de La Plata y la universidad de La Plata? 5. ¿Para qué sirvo el departamento preparatorio de aquella escuela?

Y en cuanto descansan se propone jugar «al milano que le dan cebollita con el pan.» ¡Qué risa! ¡qué algazara! ¡cómo resuena el dormido bosque con las voces argentinas de aquellas bellas y tiernas criaturas! Cansadas de este juego se diseminan por un momento.

Facundo no ha muerto; está vivo en las tradiciones populares, en la política y revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su complemento; su alma ha pasado a este otro molde más acabado, más perfecto; y lo que en él era sólo instinto, iniciación, tendencia, convirtióse en Rosas en sistema, efecto y fin.