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Actualizado: 27 de julio de 2025


En el mismo capítulo en que me hacía el agradable cumplimiento que he citado, decía Vd., hablando del sitio de Montevideo, de que yo era soldado en aquella época: «En medio de este caos de intereses, respirando la atmósfera cargada de humo, y encerradas en un horizonte que á cada punto tiene aparejadas tormentas que de una hora á otra pueden descargar sobre sus cabezas, las musas argentinas, cualquiera que sea la ribera donde les sea permitido entregarse á sus sueños, lo divinizan todo, hasta la desesperacion y el desencanto.

El alma filipina es tierna en sus amores, profunda en sus tormentos, serena en sus dolores, ardiente en su pasión. Si le es grata la vida y son sus sueños de oro, hay en su boca rosa cual pífanos en coro, de risas argentinas eterna floración. Es ánfora de encantos, palacio de grandezas, castillo de heroísmos, santuario de bellezas, refugio de los besos del oloroso Abril.

Déjenos en paz y vaya a hacer la pata a sus argentinas». Y aunque esto de que le llamen a uno adulador es un poco fuerte, al consejo me atengo, ya que a la Argentina voy. Intentó tirar del brazo a Ojeda para atraerlo hacia el grupo. Venga usted conmigo. Las señoras tendrán mucho gusto en oírle.

Bajo las cocas argentinas de la solterona se deslizó una débil sonrisa. Tranquilícese usted, señor conde, al menos en cuanto a la última dijo con sencillez. He amado mucho, apasionadamente, puedo confesarlo a mi edad... Pero el hombre a quien he amado no es usted.

Será necesario que el exceso de la población europea llene primero las vastas regiones americanas aún despobladas, que atraen la emigración en primer término, por la analogía del clima y las facilidades de transporte, para que la corriente tome el rumbo de Colombia. ¿Cuántos años pasarán antes que se llene el far-west del Norte o las dilatadas pampas argentinas, sin contar con la Australia y el Norte de África?

Fíjate, gabacho decía, espantando con los chorros de humo de su cigarro á los mosquitos que volteaban en torno de él . Yo soy español, francés, Karl es alemán, mis niñas argentinas, el cocinero ruso, su ayudante griego, el peón de cuadra inglés, las chinas de la cocina, unas son del país, otras gallegas ó italianas, y entre los peones los hay de todas castas y leyes... ¡Y todos vivimos en paz!

Por igual en las pampas argentinas Que en nuestras sementeras filipinas, La espiga de oro que en el sol se baña Y la flor que perfuma estremecida, Flor que es el alma, espiga que es la vida, Son vida y alma tuyas, madre España...

La Serpolette suspendió su charla, frunció las cejas, las levantó, abrió los labios y con la vivacidad de una parisienne dejó á sus admiradores y se lanzó como un torpedo contra nuestro crítico. Tiens, tiens, Toutou! mon lapin! exclamó cogiéndole del brazo al P. Irene y sacudiéndole alegremente mientras hacía vibrar el aire de notas argentinas. Chut, chut! dijo el P. Irene procurando esconderse.

Las Argentinas Ninfas, conociendo De aquesta Ana Valverde la belleza, Sus dorados cabellos descojendo, Envueltas en dolor y gran tristeza, Estan á la fortuna maldiciendo, Las flechas y los dardos, la crueza Del indio Mañuá, que así ha robado Al mundo de virtudes un dechado.

Hacia lo que Rousseau recomendaba á su Emilio, y lo que un escritor moderno quisiera que todos hiciesen, considerándolo como un instrumento general de educacion y perfeccionamiento. Los mayores defectos de este trabajo son de haber quedado incompleto, y de tratar de la parte mas conocida de las provincias argentinas.

Palabra del Dia

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