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Creo dijo Genoveva, que lo que más ha contribuido a dar un aspecto ridículo a la solterona, es la inconsecuencia de algunas de ellas las recalcitrantes del celibato, como las llamas, que tienen la mala costumbre de gritar sus penas al primero que se presenta, y de ir de puerta en puerta pidiendo un marido. ¡De puerta en puerta! murmuré sorprendida... Pregunta a mamá interrumpió Genoveva.

Si se trata de una devoción mal comprendida, todo el mundo se encoge de hombros y murmura: Es una verdadera solterona... Si por casualidad se hace alusión a costumbres rutinarias, al egoísmo o a las conversaciones agridulces, todos repiten: Qué propio es de una solterona... Para pintar un traje extravagante se exclama: Vaya una facha de solterona...

Entre ella y el cuñado, habían habido ya ligeras escaramuzas, alfilerazos que no se olvidan, por la intención de la frase y la acritud del acento. Un día, disputando por fruslerías, él la llamó: ¡Solterona! y ella: ¡Perdulario! y en una ocasión le dijo ella, que no debía darse tantos humos, cuando allí tenía casa y comida gratis y se le había matado el hambre.

Una vez admitido el estado de virginidad, era natural que se envejeciese en él. ¿Qué es una solterona? Una virgen vieja. Tener cabellos blancos y la cara arrugada no ha sido nunca una mala acción, que yo sepa. En esto estaban mis reflexiones, cuando juzgué a propósito hacer participar de mi admiración a la abuela.

Estoy sumamente agradecido.... La solterona hizo un gesto que significaba: "Como usted guste", ó "No hay de qué," y dijo: Voy á hacer venir una persona para que le cuide. Se despidió con una brusca inclinación de cabeza y salió. Por la noche, el doctor Fortier encontró á su enfermo mucho mejor y le ordenó una sopa y un ala de pollo.

Sabía que el notario había llenado todas las formalidades y que mi papel en la ceremonia consistía en ir a la cabeza del cortejo y en dar las gracias a los asistentes en nombre de la familia. Me vestí, pues, de negro, como lo requerían las circunstancias y me fui a la casa mortuoria en unas disposiciones muy poco fúnebres, mal que pesara a la pobre solterona.

No; porque ha servido para demostrar que no podías olvidarme. ¡Eres un insolente! Y eres adorable. Clementina se había avalanzado hacia él con la cara descompuesta, los ojos inflamados y la mano amenazadora. Fortunato permanecía impasible y sonriente. La solterona le miró un instante con extravío, preguntándose si no era juguete de una pesadilla.

Porque no encuentro el lazo que debe unir a la solterona involuntaria de otro tiempo con la de hoy. He llegado casi al fin del siglo XVIII y me falta una Princesa Isabel... ¡Dios mío! gimió la abuela, no se concibe semejante obstinación. , señora, ciertamente respondió el cura con bondad.

La solterona se ha sustraído por misma al matrimonio o la han sustraído. En la primera suposición, su alma tranquila y estoica impone silencio a su corazón y le da los medios de llegar a las dulzuras del celibato voluntario.

Si se trata de la hija de Pitágoras, una de las primeras que ilustró el nombre de solterona, se cuenta que el filósofo, suponiendo haber sido mujer en una vida anterior, tenía una alta idea de la excelencia de la mujer, en lo que difería extraordinariamente de sus contemporáneos, y había reivindicado la encarnación de la antigua sabiduría en un hermoso tipo femenino.