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76. A fines de Octubre, ó por mejor decir á principios de Noviembre, el Gobernador de Buenos Aires, pasando el ancho álveo del rio, llegò á la ciudad de Montevideo, en donde debia juntarse todo el ejército de Españoles. Tambien se decia que caminaban hácia Montevideo 200 soldados que habian sido despachados de la ciudad de las Corrientes, y otros tantos de la de Santa ; pero si esto es cierto ó no, el tiempo lo dirá: que de los 200 Correntinos no habian quedado sino 80, y que los demas se habian desertado. Asimismo, que entre los desertores se habian vuelto

Puesto en práctica este proyecto con la primera expedicion que salió de Montevideo, al mando de D. Juan de la Piedra, se descubrió el puerto de San José, donde quedó formado el primer provisional establecimiento; y por la poca agua que llevaban las embarcaciones, falta de caballos, bueyes y mulas para conducirla de las fuentes que se descubrieron, y mala calidad de los viveres, enfermò la gente, y faltó la constancia á esperar los socorros del Rio de la Plata ó del Rio Negro, que á poco tiempo fué descubierto: obligando con los términos mas violentos al comandante D. Antonio de Viedma á que se retirase con casi el todo de la gente, á la plaza de Montevideo, en el paquebot Santa Teresa.

En el fondo estaban, como siempre, los devotos del poker, ajenos a los sucesos exteriores, con los naipes en la mano, espiándose impasibles. Su número era menor. Unos se habían quedado en Río Janeiro, otros acababan de descender en Montevideo; pero estas deserciones no entibiaban la fe de los leales; antes bien, su fervor parecía recrudecerse.

"Yo era muy amigo de su papá le dijo persona muy distinguida, por cierto, y cuando murió hube de hablar en su entierro". Esto no era verdad, lo decía de puro amable. El jovencito, naturalmente, se sorprendió. "Señor, mi padre no murió aquí, sino en Montevideo", "Ah, tiene usted razón, contestó el ministro en Montevideo, , lo recuerdo muy bien, por eso no hablé".

Detras de la bateria está la pequeña ciudad de Montevideo, la cual ocupa toda la parte de un promontorio que forma la oriental de la bahia.

Papá se fue ayer a Montevideo añadió la niña, y no vuelve hasta la semana entrante, que se irá al Frigal con nosotros; él va a sentir mucho no haberla visto, tía Silda... La de Vargas movía la cabeza, con una sonrisa forzada en los labios pálidos. ¡Ah! está en Montevideo... ¡Ah! , en Montevideo.

Nació en Montevideo, en 1851, durante la emigración. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y se graduó en Derecho en la Universidad el año 1872. Perteneció al grupo de espíritus selectos que formó la "generación del ochenta", en momentos en que la cultura argentina se renovaba substancialmente en el orden científico y literario.

Después de larga espera quedaron francas las escalas del buque, lanzándose por ellas la muchedumbre como si subiera al asalto. Los primeros en entrar fueron los vendedores de periódicos, pregonando los últimos diarios y revistas de Buenos Aires y de Montevideo.

Y si ustedes me preguntan qué es eso de ser «blanco», les diré que luego de tantos años no estoy todavía bien enterado... Tal vez me hicieron «blanco» a la fuerza. Y relató su llegada a Montevideo, cuarenta años antes, sin más fortuna que una carta de presentación para un catalán establecido en el interior. El país estaba en revuelta, pero la ciudad presentaba su aspecto normal.

He necesitado entrar en estos pormenores para caracterizar un gran movimiento que se operaba por entonces en Montevideo y que ha escandalizado a la América dando a Rosas una poderosa arma moral para robustecer su Gobierno y su principio americano.