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Actualizado: 12 de junio de 2025


El álveo del Chaparé, mas firme que el del Mamoré, es tambien profundo y bastante bien encajonado; sus aguas se mantienen siempre cristalinas, y toman el tinte verde sombrío de los árboles tan variados que las guarnecen.

Ya en una ocasión se han tirado unos a otros a la cabeza los materiales de la grande obra; el suelo ha salido de madre como un río de su álveo; las casas se han desmoronado... era el amago de la confusión, de la no inteligencia. ¡Una cadena nos pesa! dijeron: y en vez de añadir: ¡Fuera cadena! clamaron: ¡Otra qué no pese! Risum teneatis.

En los dias séptimo y octavo del viage se sube el Piray, con muchísimo trabajo si la estacion es de seca: el álveo de este rio, bastante profundo desde luego, se halla de trecho en trecho obstruido por árboles que las corrientes amontonan, ó por espigones permanentes en el fondo del rio, contra los que tropiezan á menudo las canoas; lo que ocasiona no pocos desastres.

Lo tan temido y esperado no tardó en llegar, negro, espeso, rugiente, furibundo, como si toda la mar con sus olas embravecidas, y sus huracanes y sus bramidos, y su empuje irresistible, hubiera salido de su álveo incomensurable para pasar por allí.

El Allier es vasto y caudaloso, pero muy mermado a la sazón por los calores estivales; sólo en los puntos más anchos del cauce llevaba agua, y el resto descubría el álveo formado de arena en prolongadas zonas blancas.

El ruido era atronador; la nota grave y solemne de que he hablado antes, había desaparecido en las vibraciones de un alarido salvaje y profundo, el quejido de las aguas atormentadas, el chocar violento contra las peñas y el grito de angustia al abandonar el álveo y precipitarse en el vacío.

Por el siniestro lado se levantan edificios de magnífica traza, cortados por los fauces de las calles que bajan de lo más alto del Albaicín, y a la derecha mano, por su álveo profundo, copioso en invierno, nunca exhausto en el estío y siempre sonante y claro, viene el Darro ensortijándose por los anillos que le ofrecen los puentes pintorescos que lo coronan.

Pero si alguna confianza le inspiraron mis palabras aquel día, bien poco le duró a la infeliz; porque a la mañana siguiente, tras una noche de lluvias torrenciales, apareció radiante el sol en un cielo sin nubes, y el suelo del valle y las laderas de los montes desnudándose a toda prisa de sus blancas y espesas envolturas, que, convertidas en arroyos cristalinos y murmurantes, corrían por prados y regateras a sumirse en el álveo del Nansa, henchido ya hasta las malezas de sus bordes, entre las cuales iba dejando el río la carga de sus espumas.

De los desperdicios de estas arenas son con los que ese hermoso río suele enriquecer a los buenos muslines que en los placeres y remansos del álveo buscan medios para remediar sus necesidades y dar limosna a los pobres.

Prosiguiendo el viage se pasa por la embocadora de dos inmensos lagos que están á la derecha, y bien pronto se presenta la boca de un grande rio llamado Securi, que baja de la cordillera de Yuracáres: este rio, tan ancho como el Mamoré, y cuyo álveo es mucho mas encajonado, fué el que descubrí al abrir el nuevo camino de Cochabamba para Moxos.

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