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Actualizado: 13 de septiembre de 2024
Y luego, en medio de la llanura, la encantadora aldea de la Pelleta, con su alto campanario, blanco y esbelto, sus casas albas y su ramillete de naranjos y de jazmines. Y después, más lejos, las montañas obscuras de Medina, cuyas vertientes están cubiertas de olivos y de tejos... Os lo repito, si yo fuese monje, no elegiría otro convento que el convento de Santa Magdalena.
Después que hubo cortado, a su juicio, las suficientes flores, fue a sentarse en un banco de piedra a la sombra, y poniendo el cesto a su lado y sacando un ovillo de hilo, se dispuso con gran calma a hacer un ramillete. Tomó primero una magnífica rosa blanca de las llamadas de té, le quitó todas las espinas y foliolos y ató en torno suyo una serie de hojas de malva.
Y en la confluencia de las dos corrientes emergía la isla, una pequeña extensión de terreno casi al ras del agua, pero fresca, verde y perfumada como un ramillete acuático, con espesos haces de juncos sobre los cuales zumbaban de día los insectos de oro, y unos cuantos sauces que inclinaban sobre el agua sus finas cabelleras formando bóvedas sombrías, bajo las cuales se deslizaba la barca.
Reconocí aquella mirada que en el teatro me advirtió que estábamos en peligro; y llevándolo todo hasta el extremo, pedazo a pedazo me arrojó, por decir así, su corazón a la cabeza, como había hecho aquella noche con su ramillete.
No era preciso emprender un largo viaje para admirar el Vesubio. ¿Qué volcán más hermoso que aquél? Los hombres, al amparo de la ciencia, hacían poesía sin saberlo; la poesía viril, la de las fuerzas de la naturaleza. Y así seguía el doctor, desbordando su admiración en entusiásticas palabras ante el mugidor ramillete de fuego.
Cuando Angelina hizo el último nudo y cortó el haz de pita floja, y lió el tallo con una tirilla de papel de China, alargó el brazo para observar a la distancia el efecto del ramillete. Miróle largo rato, y luego compuso las flores que no le parecían bien colocadas, encorvando los alambres, o dando con breve toque de sus afilados dedos, gallardía y expresión a las corolas.
Ya tienes tu ramo de helechos y manzanilla atravesado en el pecho, como la banda de una gran cruz, y tu manojito en el pelo, y tu ramillete en la mano. ¿Y después? Después, y también antes, de rato en rato, veré lo que va dibujando Leto, y cómo cazan ustedes... hasta que llegue la comida, que de seguro llegará mucho antes de que pueda yo empezar a aburrirme.
Que se te quite eso de la cabeza. Con decirte que me acordaba de Juan Bou y este me parecía un ramillete de rosas... ¡Pobre Gaitica! El día de la disputa ¡le escupí más...! Es un hombre con el cual no se debe hablar con palabras, sino con una zapatilla: es un bicho asqueroso. Aplastarlo y barrerlo luego.
Me martiriza usted y me desgarra dijo en voz baja con un acento de suprema desesperación; luego, con un movimiento que no puedo describir, arrancó las dos mitades del ramillete, se quedó con una y me arrojó, por decirlo así, la otra mitad a la cara.
A los dos extremos de la mesa había un bosque, por decirlo así, de botellas de riquísimo cristal, sobre salvillas rodeadas de copas. A la derecha y á la izquierda de esta mesa había otras dos cubiertas de otros platos y de otras botellas y alumbradas cada una por un candelabro en forma de ramillete, de entre cuyas flores, admirablemente contrahechas, salían las bujías.
Palabra del Dia
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