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Actualizado: 13 de junio de 2025
Bajó la última y aun tenía su mano en la mía cuando ya el señor D'Orsel y Julia subían la escalera del hotel. Dio un paso para seguirlos y dejó caer el ramillete. Fingí no advertirlo. Mi ramo, ¿hace usted el favor? Se lo tendí sin decir ni una palabra: hubiera sollozado. Lo tomó, lo llevó rápidamente a sus labios, lo mordió con furor como si quisiera despedazarlo.
Angelina armaba un ramillete de fantásticas flores de papel de plata, de esas que presentan tan buen aspecto en los altares, y que son, desde hace algunos años, indispensables en toda fiesta religiosa, en toda función clásica.
Después, la balsa adonde acudíamos en partidas de quince o treinta, todos al mismo vuelo, alzándonos en un momento de la llanura, para beber el agua del manantial y salpicarnos de gotitas que rodaban sobre el lustroso plumaje... En medio de esa charca había una aliseda, algo así como un ramillete muy espeso, y en aquel islote nos guarecimos.
O será, mandarines amigos ¡sí, debe ser! que al verse por primera vez frente a nosotros los mandarines, ha cambiado de color. ¡Lindo ruiseñor! decía la cocinerita: el emperador desea oírte cantar esta noche. Y yo quiero cantar le contestó el ruiseñor, soltando al aire un ramillete de arpegios. ¡Suena como las campanillas, como las campanillas de plata! dijo el mandarincito.
El hilo daba vueltas entre sus dedos, apretando suavemente las flores. El ramillete iba tomando una forma piramidal bien proporcionada. Ricardo, al dirigir la vista al cestillo, vio unos geranios de color rojo extremadamente vivo y exclamó: ¡Oh qué geranios tan hermosos!... Este color tan vivo debe convenirte muy bien, Martita... Ponte uno en el pelo...
Magdalena, medio acostada como habría estado sobre una silla larga, ajaba con mano nerviosa un enorme ramillete de violetas que toda la noche me había embriagado. Veía yo el extraño fulgor febril de sus ojos fijos. Sentíame presa de profunda turbación, sentía distintamente que había de ella a mí algo muy grave, como un decisivo debate.
Miguel soportó aquel abrazo y aun hizo esfuerzos por mostrarse entusiasmado. Aguarda un poco dijo la generala soltándose y tomando un ramillete que había sobre la chimenea. Toma estas flores, ponlas delante de ti cuando escribas, para que al levantar la cabeza te acuerdes de tu Lucía.
Mirábalas una a una, aspiraba su aroma, y en la corola de la más bella, en el ramillete más lindo, dejaba un beso silencioso que yo me apresuraba a recoger. Por aquel beso hubiera yo subido entonces, en busca de flores, hasta lo más encumbrado de la sierra; ahora no caminaría yo cien metros en busca de una rosa, así fuese para obsequiar a la mujer más bella.
¡No digas que tienes un pájaro amigo que te lo cuenta todo, porque le envenenarán el aire al pájaro! Y salió volando el ruiseñor, y echando al aire un ramillete de arpegios. Los mandarines entraron de repente en el cuarto, detrás del mandarín mayor, a ver al emperador muerto. Y lo vieron de pie, con su túnica imperial; con la mano de la espada puesta al corazón.
Los ramilletes servían después para decorar el altarcito de la Virgen, ante la cual ardía a todas horas una mariposilla. Colocada la ofrenda volvíamos al patio. Entonces Angelina hacía otro ramillete, un ramilletín muy cuco, para que alegrara mi recámara, puesto en una copa de cristal en que nunca faltaban, diamelas, capullos carminados o heliotropos fragantes.
Palabra del Dia
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