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Casi hacía calor, aunque era el mes de Marzo. Rafael, habituado al viento frío de Madrid y a las lluvias de invierno, aspiraba con placer la tibia brisa que esparcía el perfume de los huertos por las estrechas callejuelas de la ciudad vieja.

Antes de llegar á la Bahia sin Fondo, donde debia recalar la expedicion, estalló la discordia entre el Superintendente y D. Francisco de Viedma, que desde entonces aspiraba á suplantarle: en una correspondencia secreta que este último mantenia con el Virey, le indujo á desaprobar el primer establecimiento que, segun las instrucciones, Piedra habia fundado en la península de San José; y con igual injusticia se residenció á Villarino que habia vuelto á Buenos Aires á dar cuenta de sus reconocimientos.

El aroma de sus flores embriagaba. De situación tan bella procedía en todos aquel deseo febril de goces y el delirio de llamar la atención, de parecer mucho más de lo que realmente eran. La señora de Pez ya no aspiraba simplemente a que sus hijas casasen con hombres ricos y decentes.

Mañana tal vez estos pedazos se volverían a juntar para darle tormento. Pero ahora, ebrio de orgullo, aspiraba a grandes bocanadas el aire de grandeza y de fuerza que sus millones le daban. Tenía las mejillas encendidas, congestionadas por la vanidad satisfecha.

Amparo había hecho en una revolución: me había reconciliado con la vida. En recompensa, yo varié de plan respecto a su porvenir: la práctica de un oficio mecánico me parecía indigna de ella. Aspiraba en su nombre a más. Algunos podrán creer esto exagerado; lo es, está en armonía con la exageración de mi carácter; yo siento de una manera poderosa, y para sentir me bastan pocas impresiones.

Se aspiraba ese fuerte olor que las lluvias de estío hacen brotar de la yerba, de las hojas y de las flores, y rosas, lilas y acacias saturaban el aire con sus acres perfumes.

Debilitado por su larga permanencia en el lecho y por la sangre perdida, aspiraba el tibio ambiente de la mañana luminosa, cortado por las ráfagas que venían de la costa. Margalida, luego de contemplar a Jaime con sus ojos amorosos que aún guardaban cierta timidez, volvió al interior de la alquería para preparar el desayuno. Quedaron los dos hombres en largo silencio.

A todo esto, doña Juana y su hija Julieta, luciendo cada día un traje nuevo en paseos y espectáculos, no pasaban de ser, en espectáculos y paseos, dos señoras más, muy bien vestidas, lo cual halagaba poco la vanidad de la ex tabernera, que aspiraba a mayores triunfos.

Después de describir y pesar una por una las gracias de Carlota y colocarla sobre un rico pedestal de mármol ornado de bajos relieves de Fidias, por encima de todas las mujeres de este mundo, casi a la altura de la Niobé de Praxíteles, vino a soñar despierto, a pintar de un modo plástico la única dicha a que aspiraba uniéndose a ella... No soy hombre de grandes ambiciones, Adolfo, bien lo sabes.

Ahumaba la planchadora, o por mejor decir, despedía un vaho sutil y punzante que Miguel aspiraba embriagándose sin darse cuenta de ello.