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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Amaneció el día siguiente tan sereno y hermoso, que toda señal de nueva y próxima lluvia había desaparecido. Estas murmuraciones llegaron á oídos del tío Traga-santos, á quien causaron el mayor sentimiento, porque en lo humano no aspiraba el piadoso viejecito á mayor gloria que la de complacer á todos por medio del ten-con-ten y de ser de todos bienquisto.
El trabajo hacía entra en calor a Pomerantzev, que estaba fatigado y sudando; pero se sentía feliz y miraba con ojos encantados alrededor. El día primaveral sonreía. De los tejados, de los árboles, del muro, caían lentamente gotas de agua, que lo ennegrecían todo en torno. Se aspiraba el olor de la nieve derretida, del estiércol, los mil olores indefinibles de la primavera.
Aspiraba el señor de la Lage a que su sobrino se estableciese en Santiago, levantando la casa de los Pazos y visitándola los veranos solamente, a fin de recrearse y vigilar sus fincas; y al dar tales consejos a su yerno, los entreveraba con indirectas y alusiones, para demostrar que nada ignoraba de cuanto sucedía en la vieja madriguera de los Ulloas.
Al fin, animado con este aplauso, estréneme como poeta en un romancico, y luego hice un entremés, y no pareció mal. Atrevíme a una comedia, y porque no escapase de ser divina cosa, la hice de Nuestra Señora del Rosario. Estaba viento en popa con estas cosas, rico y próspero, y tal, que casi aspiraba ya a ser autor.
Le di las gracias por la noticia, y, haciéndome cargo de que esperaba algo más que esto, le pregunté si tenía intención de permanecer en el cargo que ocupaba, o si aspiraba a otro. Me confesó su ardiente deseo de un beneficio en la catedral. Le prometí escribir a mi tío, y en efecto, así lo hice.
»Fuí el primero que introduxo acabar las coplas como los sermones, con aquí gracia y después gloria, en esta copla de un cautivo de Tetuán: Pidámosle sin falacia Al alto Rey sin escoria, Pues ve nuestra pertinacia, Que nos quiera dar su gracia Y después allá la gloria. Amén. »Estaba viento en popa con estas cosas, rico, próspero y tal que casi aspiraba ya á ser Autor.
Veíala en las nubes de la tarde dibujarse cual vaga fantasía, aspiraba su aliento en los aromas que el viento me traia. Sentia su contacto léjos de ella, y al sentirlo, mi sér se estremecia, y cerraba los ojos para verla más clara y más distinta.
Y de estas cosas me sucedieron muchas mientras perseveré en el oficio de poeta y no salí del mal estado. Yo, si va a decir verdad, aunque los compañeros me querían guiar a otras compañías, como no aspiraba a semejantes oficios y el andar en ellos era por necesidad, ya que me veía con dineros y bien puesto, no traté de más que de holgarme.
Hacía ya bastante tiempo que D. Joaquín distinguía mucho a esta señorita, su penitenta. Estas distinciones llegaban al alma a D.ª Serafina, que por lo visto aspiraba al monopolio de ellas. Teniendo en cuenta que el capellán, fuera del acto de ser engendrado y nacer, era en un todo hechura suya, parecía que tenía derecho a ello.
Y su beso era igual al de la espía, un beso absorbente que tiraba de toda su persona, haciéndole despertar... Al abrir los ojos, veía á Freya abrazada á él y con la boca junto á la suya. ¡Levántate, mi lobo marino!... Ya es de noche. Vamos á comer. Fuera de la casa, Ulises aspiraba el viento del crepúsculo, mirando las primeras estrellas que empezaban á brillar sobre los tejados.
Palabra del Dia
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