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Actualizado: 2 de mayo de 2025


El Arcediano aspiraba a esta sucesión particular; creía pertenecerle por razón de su dignidad el honor de confesar a doña Ana Ozores. «Con el Obispo no había que contar; el Deán era un viejo que no hacía más que comer y temblar; en una procesión de desagravios cuatro borrachos le habían dado un susto, del que sólo se repuso su estómago; digería muy bien, pero no discurría; no pensaba más que lo suficiente para seguir vegetando y asistiendo al coro; tampoco había que contar con él.

Y por último, como Rafaela aspiraba a que todo estuviese en consonancia, hizo venir de París el calzado de D. Joaquín, encomendando al Hellstern o al Costa, que florecía en aquel momento histórico, que reforzase con clavitos los tacones y que pusiese los contrafuertes debidos, para que D. Joaquín perdiese la perversa maña de torcer y deformar, como solía, botines y zapatos.

Yo si va a decir verdad , aunque los compañeros me querían guiar a otras compañías, como no aspiraba a semejantes oficios, y el andar en ellos era por necesidad, viéndome con dineros y bien puesto, no traté más que de holgarme. Despedíme de todos; tomé mi camino para Sevilla, donde, como en tierra más ancha, quise probar ventura. Pasé el camino de Toledo a Sevilla prósperamente.

Algunas distribuían al pasar, con una sonrisa compasiva, todas las monedas que hallaban en sus pequeñas bolsas, monedas que caían sobre aquella miseria como gotas al mar. Uno de los arrapiezos corrió a un almacén y volvió saltando de alegría; traía en la boca un cigarrillo y aspiraba el humo con fruición.

Cuando se acercaba á saludarla y tocaba sus dedos finos enguantados y aspiraba el perfume delicado que se escapaba de su persona, como si fuese cualidad de ella y no afeite del tocador, y escuchaba su voz siempre entonada discretamente y veía vagar por sus labios una sonrisa distraída y melancólica, se acordaba de las heroínas que sucesivamente habían ocupado su fantasía y se decía que la condesa nada desmerecía á su lado.

Su cabeza se hundió en el barro, tragando el líquido terroso y rojizo; creyó morir, quedar enterrado en aquel lecho de fango, y al fin, con un esfuerzo poderoso, consiguió enderezarse, sacando fuera del agua sus ojos ciegos por el limo, su boca que aspiraba anhelante el viento de la noche. Apenas recobró la vista, buscó á su enemigo. Había desaparecido.

Pasa luego el Mensaje á decir que siniestras ambiciones de unos pocos jefes filipinos crearon, á la llegada de la Comision americana en estas playas, una situacion llena de embarazos para los americanos y de fatales consecuencias para los filipinos; cuando el mas caracterizado de esos jefes, al principio de su vuelta de Hong-kong, solo aspiraba

Momaren, que aspiraba á ser un asceta del estudio, dedicando á la ciencia su vida entera, sin las preocupaciones de familia, que estorban la concentración silenciosa del pensamiento, fué débil, y cayó vencido, como cualquiera de esas muchachas del casco con aletas que estudian para oficiales en nuestra Escuela militar.

Alfonso, si es económico, podrá pasar con cuatrocientos pesos el invierno en Nápoles, pero como es joven y de imaginación viva y ardiente, ¿qué va a hacer entregado a mismo en los países lejanos? Yo, que aspiraba a verle partir, aspiro ahora a verle volver; durante el día, lo recomiendo veinte veces a la protección divina, ¡Qué desgracia es tener un hijo desocupado!

Su ilustrísima, que porfiaba por ver a su clero vestido con decencia, llamóle un día y le dijo: Padre Godoy, tengo una necesidad y querría que me prestase una barrita de plata. El clérigo, que aspiraba a canonjía, contestó sin vacilar: Eso, y mucho más que su ilustrísima necesite, está a su disposición. Gracias. Por ahora me basta con la barrita, y Ribera, mi mayordomo, irá por ella esta tarde.

Palabra del Dia

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