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Actualizado: 8 de septiembre de 2024
También nuestros Misioneros quisieron entrar á la parte de hecho tan estupendo, asistiendo con el Crucifijo en las manos, y sin hacer caso de la vida iban delante con sus armas espirituales, no sólo en ayuda de los vencedores, sino también de los vencidos, á quienes procuraban ayudar. De los enemigos sólo seis escaparon con vida, de los cuales tres, malamente heridos, quedaron prisioneros.
Fuera de la criada de más confianza, que ya venía á traer un recado, ya á dar algún auxilio indispensable, nadie más que el P. Jacinto entraba en la habitación donde se hallaban Clara y Lucía. Al anochecer subió de punto, llegó á su colmo la agitación febril de Doña Blanca. El P. Jacinto estaba acompañando á las dos amigas y asistiendo con ellas á la enferma.
Manuel repitió Dolores. ¿Me dejas en paz, o me vuelvo? contestó Manuel; Dolores calló. Don Federico prosiguió Manuel , casamiento y señorío, ni quieren fuerza ni quieren brío. Hazme el favor de callar, Manuel le interrumpió su madre. También es fuerte cosa gruñó Manuel . No parece sino que estamos asistiendo a un entierro.
El Arcediano aspiraba a esta sucesión particular; creía pertenecerle por razón de su dignidad el honor de confesar a doña Ana Ozores. «Con el Obispo no había que contar; el Deán era un viejo que no hacía más que comer y temblar; en una procesión de desagravios cuatro borrachos le habían dado un susto, del que sólo se repuso su estómago; digería muy bien, pero no discurría; no pensaba más que lo suficiente para seguir vegetando y asistiendo al coro; tampoco había que contar con él.
Pero tú has llegado a tiempo que me puedes rescatar, porque este a cuyos conjuros estoy asistiendo me tiene ocioso, sin emplearme en nada, siendo yo el espíritu más travieso del infierno. Don Cleofás, espumando valor, prerrogativa de estudiante de Alcalá, le dijo: ¿Eres demonio plebeyo, u de los de nombre? Y de gran nombre le repitió el vidro endemoniado , y el más celebrado en entrambos mundos.
De todos modos, no pudo menos de sentir el corazón apretado. Cuando se retiraron a su cuarto nada dijo de esta sospecha a su esposa. Se acostaron en silencio y fuertemente preocupados. La vida de la familia siguió el mismo curso metódico y apacible. No había pasado nada. Mario, a las horas de oficina, se iba de paseo solo o con su mujer. Por las noches continuaban asistiendo al café.
Maltrana, declarado inservible, sin esperanzas ya de conquistar los quince duros mensuales que le habían hecho entrever antes de su fracaso, seguía asistiendo puntualmente a la redacción. ¿Adónde ir?... Allí encontraba quien le escuchase, aunque con gestos irónicos; algunas veces hasta alababan su cultura, llegando a confesar que tenía cierto talento, pero que estaba chiflado.
Entonces, por orden de la Audiencia, con los que aún no se habían dispersado, la procesión siguió con la Hermandad de los Sastres, la de san Diego, los capuchinos, los mercenarios, los agustinos y los frailes del Carmen, asistiendo también el tribunal de la Inquisición, los canónigos y el Asistente, que con harto despecho tuvo que concurrir llevando delante á los de las danzas, motivo principal del alboroto y los cuales bailaron durante el tránsito, como si nada hubiera ocurrido, con general regocijo.
La bofetada que he dado a «ésos» no asistiendo al coro por no rozarme con ellos me ha puesto de un humor magnífico. Para que conste mejor mi intención, he venido a verte. Quiero que sepan que estoy bien, que lo de la enfermedad no es cierto.
Depositaron el cuerpo en el Monasterio de Doña María de Aragón, en la Capilla de los Sres. Duques de Veraguas, haciendosele por sus meritos esta honra. Ayer se le hicieron las honras en la misma iglesia con la propia grandeza que si fuera titulo, asistiendo cuantos Grandes, Señores y Caballeros hay en la corte.
Palabra del Dia
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