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Los duques veían en el capellán una figura que, sin salirse de su esfera, contribuía al tinte aristocrático de la casa. La hija, como más joven menos sujeta a preocupaciones, sólo se daba cuenta de que, mozo o viejo, noble o plebeyo, había cerca de un ser respetable por su ministerio y digno de estimación por sus prendas.

Ellas eran hijas del caballero más ilustre del pueblo, por más que hubiesen venido a tanta pobreza, y él, plebeyo, y archiplebeyo por todos cuatro costados, y con menos bienes de fortuna que las pupilas de su tío, ¿cómo había de atreverse ni siquiera a imaginar que podría casarse con ninguna de las dos?

Si plebeyo, cualquiera de estos tres escuderos míos, aunque de noble cuna, se dará por bien servido con castigar vuestra audacia. El desconocido los miró airado y soltando el puño de la espada comenzó á desenvolver apresuradamente el paquete que sobre el arzón llevaba.

La hija de este matrimonio era un progreso vivo sobre sus padres: entre un rico tonto, apergaminado, achacoso, y un advenedizo de buena estampa, pero pobre, plebeyo y listo, prefería bailar con el segundo, y en sus ambiciones de muchacha optaba por vivir acompañada de un hombre a quien quisiera, antes que por la boda con un heredero escrofuloso de respetabilísima alcurnia.

Este pariente, que renovaba los escándalos del de San Dionisio, agravados, según doña Elvira, por su origen plebeyo, era una calamidad en una casa que siempre había infundido respeto por su nobleza y santas costumbres.

Las oficinas han sido el tronco en que se han injertado las ramas históricas, y de ellas han salido amigos el noble tronado y el plebeyo ensoberbecido por un título universitario; y de amigos, pronto han pasado a parientes. Esta confusión es un bien, y gracias a ella no nos aterra el contagio de la guerra social, porque tenemos ya en la masa de la sangre un socialismo atenuado e inofensivo.

El cálculo de las tías respecto al matrimonio de Ana no se había modificado a pesar de la gran hermosura de su sobrina. Por guapa no se casaría con un noble; era preciso abdicar, dejarla casarse con un ricacho plebeyo. Entre tanto, se necesitaba mucha vigilancia y tener advertida a la niña. En el gran mundo de Vetusta decía doña Anuncia es preciso un ten con ten muy difícil de aprender.

Por no tener vicio alguno, no fuma, y también porque el fumar le parece plebeyo, apestoso, impropio de un Castell-Bourdac y en plena disonancia con el ideal del atildado y noble cortesano del antiguo régimen tal como él se le representa. El Barón no debe nada a nadie y nadie puede jactarse de que él le haya pedido dinero prestado. Cada día come en una casa distinta.

Distraídamente sacó una cigarrera de su bolsillo y tendiéndola hacia su compañero: ¿Quieres uno? dijo. No, gracias. Son exquisitos... Me gusta el tabaco sin perfume; el tuyo no puede ser apreciado por un plebeyo como yo. ¡Como quieras!... Jaime Aubry de Chanzelles conocía demasiado a su amigo para insistir.

Entre estos dos extremos, uno plebeyo y otro linajudo, yacían olvidadas en el corazón de don Juan docenas de conquistas intermedias, de las cuales ninguna hubo que le dejase en la memoria recuerdos mortificantes. Así que el hombre estaba triste y desazonado, porque ahora Cristeta le ocasionaba, juntamente, pesar de haberla perdido y casi disgusto por su proceder respecto de ella.