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Nicolasa, no obstante, como todas las mujeres frías, pensadoras y traviesas, había sabido retener en sus redes, en este crepúsculo de amor, que califican de platónico, á varios suspiradores perpetuos, de los que llaman en Italia patitos. Uno, sobre todo, pudiera servir de ejemplo portentoso por su pertinacia, resignación y fervor en las incesantes adoraciones.

Y esta pertinacia obstinada en su ruína se ha hecho tan palpable por la serie de más de diez y seis siglos, como se puede ver en las historias: y acercándonos más a nuestro intento, veamos lo que ha pasado en los nuestros.

Sea lo que fuere ello, se trabajó con él incesantemente, días y noches, con todo género de argumentos, razones y medios, no quedándole que poder alegar en su defensa, en el juicio de Dios, como lo decíamos, mas todo lo frustró su pertinacia y la equidad de la Justicia Divina que prevista aquélla, le destinó como a otro Judas para víctima sangrienta de su justísimo desagravio.

Con su asistencia y pertinacia alcanzaron al fin lo que pretendian, porque los Griegos después de largos siete meses de sitio, creció en ellos el desprecio de sus enemigos, y al mismo paso el descuido de guardarse. Las centinelas eran pocas, y esta no muy ordinarias.

Juana Cardona, alias Vila, viuda de Jaime Vila, difunto, jornalero de oficio, natural de Ciudadela, en Menorca, vecina de esta Ciudad, de edad de cincuenta y siete años, presa segunda vez por sortilegios graves, hereticales, pacto explícito con el Demonio, con creencia y pertinacia en él y apostasía de la Fe Católica.

Y preguntándole si acababa de tomar resolucion para salir de su pertinacia, respondió que él iba por el camino de la verdad, y que todos los demás iban errados, y que él pretendia la salvacion de su alma: la cual tenia cierta en aquella ley.

Habíale bebido tanto el espíritu de soberbia, que casi le tenía doblado y siendo aún más ignorante, nada le cedía en pertinacia, solo no le sabía imitar en lo Estóico, manifestando en todo el camino del brasero en lo de fuera la rabia y el despecho en que le ardía el corazón: siendo un mismo principio interior causa en el discípulo de un exterior despechado y furioso y en el maestro de una profundísima melancolía, aunque afectada en sosiego; pero cada uno a su modo representaba al vivo un condenado.

Fui el primero que introdujo acabar las coplas como los sermones, con «aquí gracia y después gloria», en esta copla de un cautivo de Tetuán: Pidámosle sin falacia al alto Rey sin escoria, pues ve nuestra pertinacia, que nos quiera dar su gracia, y después allá la gloria. Amén. Estaba viento en popa con estas cosas, rico y próspero, y tal, que casi aspiraba ya a ser autor.

Ya no podía bastarle poseer a Cristeta como a una mujer cualquiera; quería saber si aún era amado de ella; aquilatar qué clase de afecto profesaba a su marido, o lo que fuese; obtener pleno conocimiento del origen del niño; en fin, salir de dudas. La frívola pertinacia del galanteador de oficio, la tenacidad irritante del mujeriego afortunado, habían cedido el puesto a móviles más serios.

Los de Santo Angel ya habian hecho otra semejante carta, y enviaron 20 hombres al Monte Grande, hácia el pueblo de San Javier, á disponer el camino. Pero despues se perturbaron todas las cosas por la pertinacia y sugestiones de los demas pueblos, y porque diez caciques de la Concepcion vinieron acá donde estabamos.