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Sentíase animado por una audacia que nunca había conocido y sus manos ardían de fiebre. Tal vez era la emoción que le producía su propio atrevimiento. Estaba resuelto a decidir su suerte aquella misma mañana. La fatuidad del hombre que se cree en ridículo y desea realzarse a los ojos de sus admiradores le excitaba, dándole una cínica audacia.

El respeto filial es un deber... Pero hay también otros... ¿Más sagrados? Quizá... Cuando una joven honrada y crédula ha puesto toda su confianza en la palabra leal de un hombre, es mi parecer que no puede faltar a ella sin cometer una mala acción... El flemático notario se había animado y hablaba con un calor que rayaba en indignación.

Allí estaba Crainqueville, solitario y silencioso, sentado ante un vaso vacío, cuyo fondo contemplaba tristemente. También te convido á ti dijo la vieja . Hoy es un gran día. ¡La paz! ¿Qué dices de la paz? Crainqueville levantó los hombros. Luego, animado por la vista del nuevo vaso que le ofrecía su amiga, se dignó hablar.

Una homilía de San Fulgencio prueba cuán animado y dramático era el culto antiguo en la representación del acontecimiento, cuyo recuerdo solemnizaba este día. Presentábanse las madres de los niños que habían sido arrebatados, hablando entre , lamentando su pérdida, deseando morir con ellos, maldiciendo al tirano, etc.

El libro que, como antídoto a los harto célebres de Balzac y de sus muchos y desafortunados imitadores, ha escrito el señor Pereda, pudo parecer pálido en los caracteres y poco interesante o animado en la acción. Quizá entraba esto en los propósitos del autor.

Podrían cubrirle las hojas, y el terreno elevarse gradualmente y formar un montecillo sobre su cuerpo, sin importar nada que éste estuviera animado ó no por la vida. La muerte era un objeto demasiado definido para que pudiese anhelarla ó desease evitarla.

A cada paso que damos en el conocimiento de lo actual, descubrimos un pasado enorme de vida animal. El día en que fué dado á la óptica divisar el infusorio, viósele fabricar montañas y empedrar el Océano. El duro sílice del Trípoli, es una masa de animálculos, la esponja un sílice animado. Nuestros calizos son todo animales.

Y lloró en silencio, con ese amargo y desconsolado llanto de la resignación sin esperanza, muda la lengua y mudo el pensamiento, cadáver animado que en aquel punto sólo tenía vida para llorar. Pero esto pasó; pasó rápidamente, y se rehizo, buscó fuerzas en el fondo de su flaqueza, y las encontró.

Estoy disgustada conmigo misma por haber animado a mi hijo a que se presentase, y lo estoy aún mucho más por mi marido, quien daba grandísima importancia a este suceso; en fin, Dios y los hombres no lo han querido; es preciso aceptar ese desencanto sin acritud ni murmuraciones; por más sensible que ello sea, no puede compararse a otras desgracias que se incrustan en el corazón para no separarse jamás.

Quedó Jaime inmóvil, sintiendo en la espalda y en el pecho los trapos amontonados por las dos mujeres en su horror a la sangre. El optimismo que le había animado al doblarse sus piernas y caer junto a la torre volvió a reaparecer. Seguramente, aquello no era nada: una herida insignificante; sentíase mejor.