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Actualizado: 13 de junio de 2025
Rodeada de islas menores, tiene cerca a Jersey; y agarrada a Brooklyn con la uña enorme del puente, Brooklyn, que tiene sobre el palpitante pecho de acero un ramillete de campanarios. Se cree oír la voz de Nueva York, el eco de un vasto soliloquio de cifras. ¡Cuán distinta de la voz de París, cuando uno cree escucharla, al acercarse, halagadora como una canción de amor, de poesía y de juventud!
No queriendo don Juan que su amada viajase en compañía de los demás cómicos ni en coche de segunda, como correspondía a su categoría artística, le proporcionó para sí y la doncella un reservado y fue a despedirla a la estación, donde cubrió el asiento que debía ocupar con un precioso ramillete de flores y una cestilla llena de exquisitas provisiones de boca.
Pues mía es». Luego me llamó, y tomando entre sus manos mi cabeza, me dijo dulcemente: «Muñeca: desde ahora yo soy tu padre; ¡yo soy tu papá!» «Papá le llamo desde entonces; desde entonces me llama «muñeca». Algunas veces me dice «Linilla», como mis padres me decían. Angelina había terminado el ramillete, un ramillete de violetas, y me le acercó para que aspirara yo el suave aroma de las flores.
A la verdad que tienen aire de recien domesticados, observa doña Victorina; ¡vamos á ver á los medio salvajes! Despues, la docena de muchachas, á su cabeza la alegre y viva Serpolette, ataviadas con sus mejores trajes, llevando cada una un gran ramillete de flores á la cintura, risueñas, sonrientes, frescas, apetitosas, se colocan con gran desesperacion de Juanito junto al poste de las servantes.
Este me decía la doncella, haciendo un ramillete será el último.... ¿Quién asegura que nos volvamos a ver? ¿Quién me asegura que volveré a esta casa, donde he pasado los días más felices de mi vida? Me separo de tí, y no me sorprende la separación. Así la esperé, así la temí, no sólo porque debía yo volver al lado de mi papá, sino porque desde niña me persigue la desgracia.
Una de las dos, rubia, hablaba con vehemencia y en voz baja; la otra, de hermosos cabellos negros, escuchaba con los ojos bajos y deshojando el ramillete de níveas camelias que tenía en la mano. Indudablemente le preguntaban y no quería responder.
Y allá en el fondo, sobre la mesa del maestro, la imagen de Cristo crucificado, ¡oh vilipendio! tapada con una cortina de seda, presidía aquellas habaneras voluptuosas y furibundas polkas. Era el sitio donde sin temor al agua ni al sol, los extranjeros podían ver y admirar en seductor ramillete a las yeung girls de Sarrió.
Seguramente ha de haber alguna flor fresca en el ramillete, pues Chaves tenía materia sobrada á mano, y no es hombre que se la reserve, al contrario de otros eruditos, que todo lo que pueden lo reservan como si ganara réditos.
Cleóbulo está continuamente leyendo, en todo el dia hace otra cosa, tiene una memoria admirable. ¿Quién no pensará con estas buenas circunstancias, que Cleóbulo ha de dar al público alguna obra estimable? Luego vemos que nos sale con una Floresta, ó Jardin, ó Ramillete de varias flores, y acercándose, y mirándole de cerca, no hay en su jardin sino adelfa y vedegambre.
El lindo ramillete era de don Antonio Cuadros y su señora, los propietarios de la tienda de Las Tres Rosas. Ahí tenéis unas personas sin educación, pero que saben hacer bien las cosas. Y doña Manuela, después de esta reflexión hija del agradecimiento, siguió enseñando las tarjetas.
Palabra del Dia
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