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Cleóbulo está continuamente leyendo, en todo el dia hace otra cosa, tiene una memoria admirable. ¿Quién no pensará con estas buenas circunstancias, que Cleóbulo ha de dar al público alguna obra estimable? Luego vemos que nos sale con una Floresta, ó Jardin, ó Ramillete de varias flores, y acercándose, y mirándole de cerca, no hay en su jardin sino adelfa y vedegambre.

Cleóbulo se altera de lo que no debe, se admira de bagatelas, y no sabe hablar de otra cosa que de su dolor de cabeza, de lo que ha trabajado, de lo cansado que se halla, y en esto emplea toda una tarde, y tal vez todo el dia.

Pues si todas aquellas apariencias externas se compadecen tanto con la virtud como con el vicio, ¿por qué ha de gobernarse el hombre por ellas para afirmarlo? Del mismo modo yerran los que juzgan lo contrario. Cleóbulo, dice otro, va con hábitos largos, el cuello torcido, sombrero grande, con gran compostura, y despues se ha averiguado que era hipócrita, y por tal le han castigado.

O! dice Crisias, yo á mi padre, que lo contaba muchas veces, que en casa salia un Duende, y así no hay duda que ha habido Duendes. Cleóbulo dice: Esto es cierto, yo se lo he oido contar muchas veces á mi abuela, y á fe que era una señora bien racional, que una noche voló una bruja, y paso el mar, y se fué á Nápoles, y luego volvió, &c.

Este último juicio es erradísimo, ya porque de un exemplar, que se ha presentado á los sentidos, no se ha de juzgar de todos, como hemos visto, hablando de las inducciones: ya tambien, porque si Cleóbulo con aquel hábito exterior de virtud era hipócrita, no lo son otros; antes debe ser regular acompañar á la verdadera virtud aquella modesta compostura. Por otro camino yerran tambien muchísimos.

Llena CLEÓBULO su celebro de noticias vulgares, de lugares comunes, porque las Poliantheas son sus delicias, y en los Diccionarios hace su mayor estudio. En un sermon, en la conversacion, ó Discurso Académico vacia quanto ha leido en estas fuentes de vulgar erudicion y doctrina, y no hay Autor que no cite, ni noticia que no partícipe á su auditorio.

CLEÓBULO, está afanado para saber qué figura tenian las hebillas de los Romanos, y hace un tomo entero para probar que no usaban espuelas, y trata con mucha extension de los anillos, de los juegos, y otros divertimientos de aquellos tiempos, con tanta satisfaccion, que tiene por ignorantes, é irracionales á los que no emplean, como él, todo el tiempo en inútiles averiguaciones.