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Y gracias á ello te tengo ahora chalaíto y pringoso que no hay por dónde cogerte, más humildito y manso que un cordero de Dios... Porque ahí donde ustedes le ven añadió volviéndose á los circunstantes, ahí donde ustedes le ven tan guasoncillo y soberbio, ahora es una malva en casa y en cuantito yo doy una voz ya le tengo de rodillas pidiéndome que no me enfade. Y too esto ¿á qué se debe?

Y misia Casilda, tan bondadosa y tranquila siempre, una malva, según la expresión de sus amigos, honroso calificativo de que rara vez es merecedora una solterona, no podía estarse quieta, porque aquel tema de los Esteven la sacaba de sus casillas; movía los vasos, cambiaba los platos, con movimientos nerviosos, sin fijarse donde colocaba los objetos, hablando a borbotones.

Después... pasó aquello y se hizo literata.... En fin, usted verá. No es una señora como estas de por aquí. Tiene mucho tesón; parece una malva, pero otra le queda; quiero decir, que se somete a todo, pero por dentro siempre protesta. Ella misma se me ha acusado de esto, que conocía que era orgullo. Aprensiones.

Inmediatamente se escuchan unos pasos; suenan cerrojos y cadenas; se abre la puerta y aparece el capitán envuelto en una bata que había sido verde esmeralda, luego fué verde malva y ahora era gris plomo. En los pies babuchas y en la cabeza un gorro de terciopelo negro con borla de seda. ¿Qué te ocurre, hija mía?

No hay que preguntar. ¿Tarda? Es que le está contando sus rarezas de usted, tirano de la casa, y lo que con usted sufre la señora, que es una malva la infeliz. El zapatero sabe lo que se come en cada cuarto, y a qué hora.

Francisco de Rioja le dedicó una silva, y en ella aprueba su conducta en versos que parecen hechos para censurar la insana pasión de la malva. Véase lo que dice Rioja: ¡Oh, como es error vano fatigarse por ver los resplandores de un ardiente tirano, que impío roba a las flores el lustre, el aliento y los colores! Todas las plantas tienen, en suma, sus veleidades, sus odios, sus amores.

Cuando queríais ir hasta el fin del campo, ibais, y no había qué pensar en castigaros, porque siempre parecíais tan graciosita e inocente como una malva.

Después que hubo cortado, a su juicio, las suficientes flores, fue a sentarse en un banco de piedra a la sombra, y poniendo el cesto a su lado y sacando un ovillo de hilo, se dispuso con gran calma a hacer un ramillete. Tomó primero una magnífica rosa blanca de las llamadas de , le quitó todas las espinas y foliolos y ató en torno suyo una serie de hojas de malva.

Toda la vida trabajando como el obispo y sin salir nunca de cristos a porras. Hoy ganado y mañana perdido. Todo se hace sal y agua. Eso , siempre tiesa como un ajo, y todavía, aquí dónde me ves, le acabo de dar una patada a la muerte porque el año pasado tuve una ronquera, pero una ronquera... Pues nada, Dios y la flor de malva aclararon el modo de hablar, y aquí me tienes.

Están ensillando caballos para ustedes; yo mandé ensillar el malacara de la niña Lola para don Ricardo, que le había prometido, y para usted un overito de la nena, que es una malva. ¿No quiere un mate?... ¿Dulce? ¿Usted también toma dulce?... le daremos con azúcar. ¿Vamos para allá?... Bueno, ¿y no me desconocerán los perros? Son mansos, no tenga reparo.