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Hemos sido obsequiados en casa de estos señores, entre otras cosas, con la ejecución de algunas piezas musicales cantadas al piano con una maestría incomparable por la señorita y su maestro: este profesor tiene una preciosa voz de bajo y se llama Brevaí, quien no desperdicia ocasión para educar a su discípula; ella, en cambio, hace honor a su maestro, pero la palidez de su rostro indica que debe fatigarse demasiado en el estudio.

Isidro admiraba la paciencia de algunos rebuscadores, que, necesitando un tornillo o un clavo igual al que llevaban en la mano, iban toda la mañana de puesto en puesto, sin fatigarse, removiendo montones de hierro.

Reían a carcajadas en alguna página y a la siguiente sin saber cómo se enternecían y hacían pucheritos, porque aquel autor gozaba el privilegio de subyugarlos y arrastrarlos al sentimiento que bien quería. Cuando Visita notó que su marido comenzaba a fatigarse le hizo cerrar el libro y lo guardó de nuevo en su bolsita.

A eso de las tres se puso de nuevo en camino, y fuese que el desconocido hubiese prolongado más su regreso o que su mula empezase a fatigarse, el hecho fue que, poco después de las cinco, al caer a un valle, vio al viajero como a unas dos cuadras delante de él.

En ciertos momentos, el Ferrer, para demostrar su vigor, con el busto echado atrás y las manos en la espalda, saltaba a considerable altura, como si el suelo fuese elástico y sus piernas acerados resortes. Estos saltos hacían pensar a Jaime, con una sensación de repugnancia, en carcelarias evasiones o en canallescos duelos a cuchillo. Pasaba el tiempo y aquel hombre parecía no fatigarse.

Durante algún tiempo se creyó llamada a desempeñar cerca de él los oficios de hermana de la caridad, a cuidarle con afectado cariño para hacerle menos insoportable aquel terrible castigo. No tardó mucho en fatigarse.

En las aldeas acaece a menudo que no son las más próximas y asequibles las romerías animadas; quizá por el deseo que nos arrastra a todos a vencer dificultades, aunque sea para divertirnos. Celesto vino a proponerle el sábado por la tarde la excursión a ella; se la pintó con tan hermosos colores que, aun a riesgo de fatigarse, consintió en ir, con tal que la vuelta no fuese de noche.

Francisco de Rioja le dedicó una silva, y en ella aprueba su conducta en versos que parecen hechos para censurar la insana pasión de la malva. Véase lo que dice Rioja: ¡Oh, como es error vano fatigarse por ver los resplandores de un ardiente tirano, que impío roba a las flores el lustre, el aliento y los colores! Todas las plantas tienen, en suma, sus veleidades, sus odios, sus amores.

Era él quien lo disponía todo para la marcha y para el reposo, arreglaba el paso de los caballos, elegía las comidas y preparaba los alojamientos. Las jornadas que hacían eran cortas, de modo que en dos etapas adelantaban diez leguas. Esta manera de viajar hubiera agotado la paciencia de un hombre joven y robusto: don Diego no temía más que Germana pudiera fatigarse.

Tenemos siete brazas de agua les dijo con aire satisfecho . Nuestros pescadores no tendrán que fatigarse mucho. Pero ¿dónde está el trépang? preguntó Hans. El fondo está lleno de ellos. ¿No ves nada entre la arena y las algas? Me parece distinguir unos rollos que se mueven. Pues esos son las olutarias, o, si te parece mejor, los trépang que pescaremos.