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Actualizado: 12 de junio de 2025


Os he comprendido. Mientras Marta no sea para más que una sirvienta, tiene que sonrojarse de su amor; pero así que tenga la certidumbre de ser mi mujer, tendrá, por el contrario, mil razones para estar orgullosa de mi amistad. ¿No es ése vuestro modo de pensar? , balbució Catalina estremeciéndose . Pero, ¿acaso queréis proponerle el matrimonio tan pronto, mañana mismo?

Después he pensado que no debes ser tan fiero como pareces... y he venido. Miguel, silencioso, parecía hablar con sus pupilas fijas en Alicia. ¿Y para qué había venido? ¿Qué negocios deseaba proponerle? Ella sonrió con una expresión de gracioso cinismo.

No había vuelto a entrar en el escenario ni a proponerle acompañarla. ¿Cómo se arreglaría para verle?... ¿Qué hacer?... Por fortuna para ella, le hicieron una injusticia... fue objeto de una postergación.

En más de una ocasión le llamaron aparte para proponerle un negocio, esto es, desvalijar o asesinar a alguno. ¿Y estás seguro de que no ha mojado nunca en alguno de esos negocios? preguntó Elena con acento dubitativo. ¡Mujer, qué estás diciendo! exclamó su marido soltando a reír. Elena sacudió la cabeza reservándose su opinión.

Cuando se hubo repuesto un poco, Celesto se atrevió a proponerle una salida nocturna a caza de aventuras galantes por los caseríos comarcanos: el cura no se enteraría de nada: tampoco D.ª Rita: después que todos se hubiesen retirado, él colocaría una escalera de mano debajo de la ventana, y por ella bajaría y subiría sin que alma alguna lo advirtiese. Pero no aceptó la proposición.

Ellos son gente buena, y se hacen cargo... Bien se les conoce. Yo le pido al Señor que les premie el buen trato que te dan, y mi mayor alegría hoy sería saber que a D. Romualdo me le hacían obispo. Pues ya suena el run run de que van a proponerle; , señora, obispo de no qué punto, allá en las islas de Filipinas. ¿Tan lejos? No, eso no. Por acá tienen que dejarle para que haga mucho bien.

Ferragut se sintió alarmado por tales palabras. ¿Qué sacrificio deseaba proponerle esta mujer?... Pero se calmó al seguirla escuchando. Todo era una hipótesis de su desordenada imaginación. «Está loca», afirmó de nuevo en su cerebro el consejero interior.

Llegaba por las mañanas, á todo correr de sus briosos caballos y se arrojaba del coche, metiéndose en el escritorio como si huyera. Aun así, tenía que separar muchas veces con sus fuertes puños á los que le esperaban en la puerta, para proponerle negocios disparatados ó pedirle dinero. Una vez en su despacho, era difícil abordarle al través de los escribientes y criados que guardaban la escalera.

Al cabo su lengua se desligó para proponerle tímidamente que siguiesen el camino de la muralla. Soledad no puso reparo alguno, y por una de las bocacalles salieron al Perejil, totalmente desierto á aquellas horas. Era una noche tibia de las postrimerías de Febrero. La luna bañaba ya su punta argentada en el mar preparándose á dormir en su seno.

Si continuaba en sus ensueños, iba a proponerle el amor en pantuflas al lado del fuego, ella mal peinada y con bata, cortando meticulosamente las tostadas, vigilando el hervor de la cafetera; él con una pipa enorme, leyendo gacetas y acariciando la cabeza estoposa de un niño que no era suyo... ¡Muchas gracias!

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