United States or Albania ? Vote for the TOP Country of the Week !


Amor mío, duérmete. No temas, hijo... No te suelto. EVARISTA. ¿Pero vamos o no? ELECTRA. Yo no voy... ¿Tienes hambre, sol mío? ¿tienes sed? Ved cómo a se agarra el pobrecito pidiéndome que no le abandone. ¡Egoístas! ¿No sabéis que no tiene madre? PANTOJA. Pero alguien tendrá que le cuide... Ea, basta. Llevadle pronto a su casa. PANTOJA. ¡Qué escándalo! EVARISTA. ¡Qué falta de sentido!

Al leerlas paréceme tener delante a una hermana cariñosa, encantadora en su tristeza, risueña y llorosa a un tiempo, pidiéndome estrecha cuenta por el abandono de que en medio de mi dolor egoísta la hacía objeto, olvidándome del suyo.

583 Toda cubierta de sangre aquella infeliz cautiva, tenia dende abajo arriba las marcas de los lazazos: sus trapos echos pedazos mostraban la carne viva. 584 Alzó los ojos al cielo en sus lágrimas bañada; tenía las manos atadas; su tormento estaba claro; y me clavó una mirada como pidiéndome amparo.

Salí, pues, de la del Topero, salpicándome el vestido los copos de nieve que empezaban a caer; y apretando bien el paso y aprovechando la escasísima luz que quedaba del día para mirar en todas direcciones buscando con los ojos lo que no encontraba por ninguna parte, llegué pronto a la casona, en la cual hallé a mi tío muy apurado por mi ausencia, que le expliqué como mejor pude, y a la mujer gris que me devoraba con los ojos pidiéndome noticias que esperaba yo obtener de ella.

»Todo esto leí; de todo esto me enteré, gastando en ello todas las fuerzas de mi voluntad. Pero era preciso hablar, responder de algún modo a aquellos cargos terribles; y para esta empresa ya no tuve alientos. Luz, entretanto, continuaba pidiéndome una respuesta con los ojos. ¡No los apartaba de ! Estaba trémula, convulsa, la desdichada.

Un alcalde de pueblo, yendo a visitar al gobernador de la provincia, llevó consigo a su familia. Tengo el honor, le dijo, de presentar a V. E. mi mujer y mi hija, y para que las pueda distinguir, me atrevo a advertirle que la de más edad es mi mujer. 110 Yo no qué hacer, dijo Juan a su mujer. Don Cándido me escribe pidiéndome mil reales, y ya sabes que no puedo rehusar darle el dinero.

Y gracias á ello te tengo ahora chalaíto y pringoso que no hay por dónde cogerte, más humildito y manso que un cordero de Dios... Porque ahí donde ustedes le ven añadió volviéndose á los circunstantes, ahí donde ustedes le ven tan guasoncillo y soberbio, ahora es una malva en casa y en cuantito yo doy una voz ya le tengo de rodillas pidiéndome que no me enfade. Y too esto ¿á qué se debe?

Te he querido de chiquita, cuando te hacía bailar sobre las rodillas y gorjeabas á mi oído pidiéndome alguna golosina: te he visto crecer y desarrollarte y volverte poco á poco una real hembra que hacía la boca agua á toos los gachós de la villa.

Quien ve aquella cara, ¿cómo ha de sospechar lo que hay dentro? Quien ve aquellos ojos divinos, donde tienen su madriguera los ángeles, ¡cómo ha de pensar que estos ángeles son una cuadrilla de secuestradores!... Yo estaba ciego, yo estaba tonto. Cuando me mandó la primera carta con su padrino, pidiéndome socorros, me pareció que se me abrían las puertas del cielo.

Pasaron por delante de y no me miraron. Yo me levanté y tomando la espada, herí en el vacío, y en el vacío surgió un manantial de sangre. La vi que se llegaba hacia pidiéndome perdón. La manga de su vestido tocó mi rostro, y me quemó. ¿Ve usted la quemadura, la ve usted? , la veo, la veo. ¡Y todo por María de las Nieves!... Hombre es gracioso. A ver a qué sabe este Montilla.