Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de julio de 2025
El ejército se presentaba a la batalla medio federalizado, medio montonerizado, mientras que el de Facundo traía esa unidad que dan el terror y la obediencia a un caudillo que no es causa, sino persona, y que, por tanto, aleja el libre albedrío y ahoga toda individualidad.
¿Mi cuñado?... ¿Raúl? Por toda respuesta, la muchacha me echó los brazos al cuello. No se agarran los náufragos a su leño con mayor firmeza. ¿Pero él?... También él... Pero... vamos por partes... ¿se te ha declarado? Casi. Con «casi» no hacemos nada... ¡claridad! ¡claridad!... Bueno... sí... se me ha declarado. Y tú, ¿qué le has respondido? Inesita casi me ahoga entre sus brazos: «¡¡Que sí!!...»
No había, pues, más remedio que hacer lo que hice, y salvarme... Caiga el que caiga. El mundo es así. Debía yo salvarme, ¿sí o no? Pues debiendo salvarme, no había más remedio que lanzarme fuera del barco que se sumergía. En los naufragios siempre hay alguien que se ahoga... Y en el caso concreto del abandono, hay también mucho que hablar. Ciertas palabras no significan nada por sí.
Una mañana, por último, doña Luz escribió a doña Manolita el siguiente billete: «Querida amiga mía: No puedo callar más tiempo. Mi infortunio me ahoga, me mata, y quiero vivir. Soy muy desgraciada y hay una esperanza que me sonríe. Necesito conservar la vida. Temo que este oculto dolor me asesine. Es menester que te le confiese; que me desahogue contigo; que tu compasión y tu amistad me salven.
¡Del mundano vivír, cuanto me aterra compartír la dorada falsedad! ¡Cómo me ahoga el lodo de la tierra! ¡Cómo mancha su negra suciedad! Condor, dame tus alas: necesito volar cómo tu vuelas, ¡oh cóndor! Tengo sed de beberme el infinito en un vuelo sin fin, libertador. ¡Mas ay! ¿a qué volar? El alma impura cautiva del dolor tiene que ser.
Estaba tan satisfecho de haber hablado, que las lágrimas, la turbación, la emoción silenciosa y profunda de las dos mujeres, abrazadas y oprimidas una contra otra como queriendo formar una sola persona, me halagaban más que al orador elocuente los aplausos de la multitud y el delirio del triunfo. Las últimas palabras las solté como se echa fuera algo que nos ahoga.
Obdulia volvió a taparse el rostro con las manos y dijo entre sollozos: No es eso... Es otra cosa peor... Yo tengo un secreto, padre; un secreto que me pesa en el corazón hace tiempo y que me ahoga... El P. Gil quedó unos instantes suspenso, y dijo al fin: Si usted lo desea, iremos a la iglesia y la escucharé en confesión.
La inagotable verbosidad de la exempleada, las quejas lamentables de su madre, el repique continuo de la campanilla incesantemente agitada, las caras desagradables, hipócritas o malhumoradas, que se sucedían sin interrupción en la ventanilla, esos mil pequeños detalles irritantes por su vulgaridad misma, enervaban su alma, tan fuertemente templada sin embargo, y bajo la calma aparente de sus maneras y la sonrisa forzada de su cara, gruñía una sorda rebelión, una angustia conmovedora como la llamada del desgraciado que se ahoga.
Gabrielillo, abrázate conmigo, y apriétate bien contra mí. Tú no tienes pecados, y vas a andar finiqueleando con los ángeles divinos. Más vale morirse a tu edad que vivir en este emperrado mundo... Con que ánimo, chiquillo, que esto se acaba. El agua sube, y el Rayo se acabó para siempre. La muerte del que se ahoga es muy buena: no te asustes... abrázate conmigo.
En resúmen, el hombre tiene aquí placeres de opinion y de fantasía que vosotros no conoceis; como teneis vosotros goces de calma y de naturaleza que no se conocen aquí. El hombre se aproxima incautamente al horno y se quema; como en la aldea se aproxima imprudentemente al arroyo y se ahoga.
Palabra del Dia
Otros Mirando