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Actualizado: 28 de septiembre de 2024
Al día siguiente de su llegada a París escribió Fabrice a la baronesa que había encontrado a la niña restablecida, mas que le era forzoso prolongar la ausencia en dos o tres semanas, a fin de dar a la convaleciente, antes de volverla a la pensión, las distracciones que reclamaba su estado.
Atenido a ella vivió dos años, esforzándose por desechar el recuerdo que le perseguía incesantemente. Sombrío y melancólico, esquivando los placeres y las distracciones de todo género, había llegado a hacerse incapaz para el trabajo o el estudio; en cuanto a mí, lamentábame interiormente del dominio que ejercía una pasión tan cruel en un hombre de tan excelentes condiciones.
A Bonis le había llegado a querer de veras, con un cariño que tenía algo de fraternal, que era a ratos lujuria y que se convertía en pasión de celosa cuando sospechaba que el tonto de Reyes podía cansarse de ella y querer a otra. Tiempo hacía que notaba en su queridísimo bobalicón despego disimulado, distracciones, cierta tendencia a huir de sus intimidades.
Si tú hubieses sido detenido en tierra, ¿qué habría hecho yo aquí? ¡Qué quiere usted! las distracciones son tan raras en nuestro estado... la idea de ver esa fiesta me ha sonreído, ¡y sin duda me ha guiado mi buen ángel, padre mío! ¡No me llames tu padre, condenado! El que tú llamas tu buen ángel, ¡por San Juan! tiene el pie torcido.
Porque ella estaba triste, no era motivo para que él cambiase su manera de vestir. Luego, examinándose con sinceridad, descubrió que era otra la causa de su mal humor así como de las distracciones que había tenido durante la visita de Martholl.
Las distracciones e incongruencias de la de Tellería podían traducirse así: «querida amiga, llame usted a otra puerta». ¿A qué puerta?, ¿a la de Cándida?
Déjame hablar, hijo mío. ¿Crees que pienso recomendarte consuelo y distracciones? Eso es muy convencional y poco digno de nuestra profunda pena. No; no esperes tal cosa. Yo también, como tú, pienso que habiendo abandonado Magdalena la tierra, no nos queda otro recurso que ir a buscarla en el Cielo.
No había nada nuevo. «Lo mismo que hacen las parisienses más pervertidas, lo sabían y hacían las meretrices de Babilonia y de Cerbatana». Paco padecía distracciones cada vez que se remontaba a la historia antigua. Esta Cerbatana era Ecbátana, pero él la llamaba así por equivocación indudablemente. Ya sabía a qué ciudad se refería. Era una que tenía muchas murallas de colores diferentes.
En los primeros meses de la guerra continuó no necesitaba distracciones; tenía bastante con la realidad de los acontecimientos. ¡Las angustias que he pasado!... Pero á todo se acostumbra una; las mayores emociones, al prolongarse, acaban por ser monótonas. No siempre se puede estar con los nervios en tensión. ¡Y esta guerra es tan larga... tan aburrida!
Algunos días trabajaba poco, y más de una vez ocurrió que se retrasaran y embrollaran los dibujos A o B por las distracciones y torpezas del maestro, cosa totalmente desusada en hombre tan metódico para el trabajo. Otro suceso digno de llamar la atención ocurrió por aquellos días.
Palabra del Dia
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