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Actualizado: 28 de octubre de 2025
Desde algún tiempo acá notaba en aquella inteligencia, antes vigorosa, extrañas distracciones y algo así como un principio de insania.
En realidad no era aquello virtud, sino cansancio del pecado; no era el sentimiento puro y regular del orden, sino el hastío de la revolución. Verificábase en él lo que D. Baldomero había dicho del país; que padecía fiebres alternativas de libertad y de paz. A los dos meses de una de las más graves distracciones de su vida, su mujer empezaba a gustarle lo mismito que si fuera la mujer de otro.
Comió en casa de los de Santa Cruz, y estos lo notaron sombrío, padeciendo chocantes distracciones, y tan indiferente a todo, que ni siquiera tomaba con calor la defensa de sus principios y gustos extranjeros, cuando Barbarita, por combatirle la murria, sacaba a relucir algún tema de entretenida polémica sobre este punto.
Despachados los papeles y demás diligencias indispensables á todo pasajero, sólo se pensó ya en complacer á Andrés y en proporcionarle cuantas distracciones estuvieran al alcance de sus recursos. Tuvo éste á su disposición dos días y cerca de veinte duros.
Decíale su buen sentido que, a ceder a sus íntimos sentimientos, concertaba un matrimonio de amor, corría el casi seguro riesgo de perder con las buenas gracias de su tía la fundada esperanza de su rica sucesión, y, en consecuencia, podría caer en estado de muy precaria fortuna, mensajera de duros sacrificios; no era un niño; sabía lo que cuesta el vivir; conocía de memoria cuán caras son las distracciones en la alta sociedad parisiense; caballos, teatros, lujo; sería necesario, pues, renunciar a todo eso, y lo que es peor aún, imponer a aquella que iba a ser su mujer privaciones idénticas.
16 de mayo. Nunca había sido tan asiduo al bosquecillo como desde hace algunos días, ni nunca mi herbario había aumentado con tanta lentitud. Esto extraña mucho a Latour que se interesa por mi herbario, como por todas mis distracciones. En cambio, no te extrañará a ti, que sabes que Adela pasa por allí todos los días.
Continuó, pues, durante aquel día y los sucesivos, tomando parte activa en las distracciones de la bulliciosa colonia que habitaba los Genets, haciendo creer a su tía que se ocupaba a través de juegos y de risas, en profundos estudios y maduras observaciones acerca del carácter de aquellas señoritas, quienes, en realidad, lo tenían sin cuidado.
Hacían memoria de su vida nocturna con la pillería de la Alameda de Hércules. Se reían de sus calzones rotos y de las blancas ropas que se escapaban por el rasgón. ¡Qué se te ve! gritaban voces atipladas, con acento femenil. Gallardo, protegido por las capas de los compañeros, aprovechaba todas las distracciones del toro para herirlo con su espada, sordo a la rechifla del público.
Desde la ventana se descubría toda la llanura, toda Villanueva y hasta la alta mar, y me dormía escuchando el rumor del viento en los árboles y el ronquido de las olas que había arrullado a Domingo en la niñez. Al día siguiente todo recomenzaba como el anterior, con la misma plenitud de vida, la misma exactitud en las distracciones y en el trabajo.
Precisamente añadió Pierrepont , tienes una hija... yo también puedo tener otra, tal vez un hijo, y ésos son afectos, distracciones que hacen olvidar a un hombre el eterno femenino: digo más: pueden revestir de cierto prestigio la edad madura de la vida... Es hermoso ver a un padre todavía joven llevando a sus hijos de la mano a paseo... ¡Bueno! qué quieres, vas a admirar mi candor... pero... pero siento como un vago deseo de amar siquiera una vez en la vida a una mujer honrada.
Palabra del Dia
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