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La réplica era viva y el P. Fernandez se sintió cogido. Miró á Isagani y le pareció gigantesco, invencible, imponente, y por primera vez en su vida creyó ser vencido por un estudiante filipino. Se arrepintió de haber provocado la polémica, pero era tarde. En su aprieto y encontrándose delante de tan temible adversario, buscó un buen escudo y echó mano del gobierno.

Lo que hubo en él de polémica, ha pasado con su ocasión; lo que hubo en él de historia, ha sido rectificado por su autor y por la ciencia; lo que hubo en él de «sociología», está siendo rectificado por la vida misma de nuestro país.

Conque yo quisiera que usted me indicase todos los hombres que han tenido que ver con tabacos desde Nicot, que los descubrió, hasta Tissot, por lo menos que está contra su uso. Con la vasta erudición que usted me va a proporcionar yo haré trizas a mi contrario... ¡Ay, amigo le interrumpí y qué poco entiende usted de polémica literaria!

Y para cerrar la polémica y también, lo confieso, para exasperar un poco más a mi severa cuñadita, añadí: ¡La verdad es que me alegro de ser todo un Elsberg! Cuando leo una obra cualquiera paso siempre por alto las explicaciones; pero desde el momento en que me pongo a escribir, yo mismo comprendo que una explicación es aquí inevitable.

A lo más que se atrevían era a comentar las desavenencias entre los señores canónigos, a llevar la lista de los que se saludaban en el coro o se miraban entre versículo y antífona como perros rabiosos próximos a morderse, o a hablar con asombro de cierta polémica que el Doctoral y el Obrero sostenían en los papeles católicos de Madrid, durante tres años, sobre si el Diluvio fue universal o parcial, contestándose los artículos con cuatro meses de plazo.

Quieren gobernarlo todo por su Filosofía, y les falta la Teología, sin la qual no pueden dar un paso asegurado en estas materias; y ya que no quieran la Escolástica, debieran á lo menos estar versados en la Polémica. ¿Cómo han de impugnar lo que no saben? ¿Cómo han ver claramente la conexîon de lo que aseguran con los principios fundamentales del juicio, si los ignoran?

Las exigencias de la polémica, el talento desplegado por una y otra parte en Colombia, la buena fe recíproca, han llevado a conservadores y liberales a aceptar las consecuencias más forzadas de sus sistemas y a hacer declaraciones que envuelven de ambos lados, las unas por su absolutismo, las otras por su tendencia anárquica, la negación más completa de los buenos principios de gobierno que imperan hoy en el mundo civilizado.

Los que abajo hacían el gasto tomando café ó chocolate, sentían en los momentos agitados de la polémica un estruendo espantoso en las regiones superiores, de tal modo, que algunos, temiendo que se les viniera encima el techo con toda la mole patriótica que sustentaba, tomaron las de Villadiego, abandonando la costumbre inveterada de concurrir al café.

Ya se ve: y como usted entiende de achaques de contestaciones, y de cómo se lleva por aquí eso de polémica literaria, vengo a que me endilgue usted, sobre poco más o menos, cuatro consejos oportunos, de modo que la materia en cuestión se dilucide, se entere el público de quién tiene razón, y quede yo encima, que es el objeto. ¿Y de qué habla el artículo?

Comió en casa de los de Santa Cruz, y estos lo notaron sombrío, padeciendo chocantes distracciones, y tan indiferente a todo, que ni siquiera tomaba con calor la defensa de sus principios y gustos extranjeros, cuando Barbarita, por combatirle la murria, sacaba a relucir algún tema de entretenida polémica sobre este punto.