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En otra parte se ha adiestrado mi inteligencia en la polémica, en la lucha de las ideas... Aquí he cultivado mi sensibilidad con el tierno amor de la familia... Señores, lo diré muy alto, suceda lo que suceda: Sarrió está llamado a grandes destinos.

¡Hombre usted está en el cristus de la polémica literaria! ¿De dónde viene usted? Usted no lee. En vez de buscar libros que confirmen la opinión de usted, la primera diligencia que ha de hacer es saber quién es el autor del artículo contrario. Bueno; pues ya lo . Pero el caso no es ese, sino que un periódico dice que mi artículo es malo. Calle usted. Somos felices.

Después de largas y profundas meditaciones imaginó que lo mejor era provocar un lance con algún periodista de Lancia aprovechando la polémica que el Faro venía sosteniendo con el Porvenir, acerca de cierto ramal de carretera. Y como lo pensó lo hizo.

Lo que se me ocurrió decir hace tiempo sobre las novelitas del Sr. Reyles, ha dado ocasión o motivo a una extensa polémica en la que han tomado parte el mismo Sr. Reyles, la señora doña Emilia Pardo Bazán y los señores D. Jacinto Octavio Picón y D. Eduardo Benot.

Indiferente para los pueblos del interior, débil con su elemento federal de la ciudad y en lucha ya con el poder de la campaña que había llamado en su auxilio, Dorrego, que ha llegado al Gobierno por la oposición parlamentaria y la polémica, trata de atraerse a los unitarios, a quienes ha vencido. Pero los partidos no tienen ni caridad ni previsión.

No he de negarle yo esta alabanza, porque él sea tan descastado y tan acérrimo enemigo. Años , me envió un libro suyo titulado Estudios críticos. Yo le celebré en mis Cartas americanas. Después creo que tuvimos cierta polémica y que el Sr. Merchán escribió un folleto contra varias de mis afirmaciones. Desde entonces hasta hoy, ni yo he hablado al público del Sr.

Solía confundir los países con los generales que mandaban los ejércitos invasores. En cierta desgraciada polémica hubo de venir a las manos con el capitán Bedoya que le negaba la existencia del general Sebastopol. También creyó que su fama de hombre de talento se afianzaría probando sus fuerzas en el ajedrez y aplicó a este juego mucha energía.

El grupo central se lo hablaba todo; de su confuso vocerío sólo se destacaban frases sueltas, airadas, empeñadas en descollar. «Eso son utopías, utopías fatales.... No, es que le convenzo a usted con la historia en la mano.... , , hagámonos de miel.... La Revolución Francesa.... Era otro régimen, señores.... No confundamos los tiempos.... Está usted en un error.... Un hecho no es ley general.... Eso lo ha dicho Pi.... Cantú es un reaccionario.... El bautismo de la sangre.... Horrores infecundos...». Mientras duraba la polémica, los mozos no se entendían para pasar las fuentes del asado y para escanciar el Champaña.... Uno de ellos se inclinó hacia el presidente y le dijo al oído no qué... El presidente se levantó al punto y salió de la sala, volviendo a entrar presto seguido de un grupo de mujeres.

La polémica sobre si Belarmino sabía lo que se decía o, por el contrario, hablaba como un papagayo, repitiendo palabras vacías y sin trabazón, se enconaba y complicaba más y más, porque nadie había allegado todavía prueba concluyente, de una parte ni de otra. El Estudiantón no desesperaba de formar el léxico completo belarminiano con su correspondencia clara.

Villaverde se dividió en dos bandos; «villaverdinos» el uno, «vilaverdino» el otro, y se armó la de Dios es Cristo. El dómine y el abogado se dijeron mil perrerías; el periodista se metió en cabaña, y la budística ciudad estuvo mucho tiempo entretenida con la polémica. Por fin, el Gobierno del Estado puso término a las disputas. Expidió una circular que cayó como bomba en Villaverde.