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Actualizado: 2 de junio de 2025


El grupo central se lo hablaba todo; de su confuso vocerío sólo se destacaban frases sueltas, airadas, empeñadas en descollar. «Eso son utopías, utopías fatales.... No, es que le convenzo a usted con la historia en la mano.... , , hagámonos de miel.... La Revolución Francesa.... Era otro régimen, señores.... No confundamos los tiempos.... Está usted en un error.... Un hecho no es ley general.... Eso lo ha dicho Pi.... Cantú es un reaccionario.... El bautismo de la sangre.... Horrores infecundos...». Mientras duraba la polémica, los mozos no se entendían para pasar las fuentes del asado y para escanciar el Champaña.... Uno de ellos se inclinó hacia el presidente y le dijo al oído no qué... El presidente se levantó al punto y salió de la sala, volviendo a entrar presto seguido de un grupo de mujeres.

Contra semejante conato se levanta airado nuestro corazon. No reconocemos ese dominio, no admitimos esa tutela, no concedemos esa supremacía, por más que la organizacion exterior de las cosas nos deslumbre; por más que la cara postiza de que todos los hechos se revisten aquí, haga que confundamos el inocente arrullo de la tórtola con el canto agorero de la corneja.

Conocemos las condiciones que se han de llenar, pero vemos la impotencia de llenarlas: cuando se nos quiere persuadir que esto se ha conseguido, reflexionamos sobre la idea de lo infinito: y decimos: «; todavía ; esto es contradictorio con la infinidad; esto no es infinito, sino finitoDistinguimos perfectamente, entre la falta de la percepcion del límite, y su no existencia: si se quiere que confundamos estas dos cosas, respondemos: «; no deben confundirse: hay mucha diferencia entre el no concebir un objeto, y su no existencia: no se trata de que nosotros concibamos ó el límite; sino de que exista ó Por mas que se retire un límite, ocultándose por decirlo así á nuestros ojos, no nos engañamos: existe ó : si existe, no está cumplida la condicion encerrada en el concepto de la infinidad; el objeto no es infinito, sino finito; si no existe, hay infinidad verdadera: la condicion está cumplida.

No confundamos la caquexia, efecto directo de la infeccion paludiana, generadora de la fiebre accesional y sus consecuencias, con la caquexia quínica, efecto de las dósis repetidas y exorbitantes de la quina ó de sus sales: el antídoto de esta última caquexia es el arsénico, el hierro, la belladona, el sílice; el de la primera es la quina.

Cerremos el libro de Los viajes por su página de Marianas, y si no hemos llegado á convencer de que en Guajan, hay siempre un consuelo y un remedio á toda necesidad, pregunten á los que allí hayan sufrido y ellos contestarán. Confundamos las páginas del viajero de la Urania, con las de otros compatriotas suyos, y continuemos en la descripción de la isla de Guajan. La plaza de Agaña. La iglesia.

Seamos prácticos, señores, seamos prácticos, y no confundamos las pandillas de politicastros con el verdadero país». En esto llegó La Correspondencia, y a las primeras ojeadas conspicuas que arrojó sobre las columnas de ella el buen D. Basilio, tropezó con la combinación de gobernadores, y lanzando un berrido de sorpresa, se restregó los ojos creyendo que leía mal.

No confundamos las especies. Yo me aquieto sin explicación sobre muchos puntos en que usted, por desgracia, no se aquieta. No hablo de eso. Hablo de materias más llanas y más al alcance de mi inteligencia.

«A mas de la idea de la duracion tenemos idea de la medida de la duracion, que no es la duracion misma; aunque confundamos con frecuencia la una con la otra, como nos sucede ordinariamente que confundimos nuestros sentimientos con sus efectos ó sus causas, ó con sus otras circunstancias.

Confundamos a este gusanillo; aniquilemosle. Retiraos; este hombre es mio. Principe de las divinidades invisibles, este hombre no es de una naturaleza comun, como lo atestiguan su aspecto y el encontrarse en estos lugares. Sus sufrimientos han sido de una naturaleza inmortal como la nuestra.

Por fin, igual que otras veces, le dijo, mirándole con melancólica ternura: ¡Si fuera verdad!... ¿Y qué derecho tienes para dudarlo? No lo . Corazonadas... miedo. Vamos a ver; apártate un poquito y hablemos fríamente. No dudo de tu sinceridad; pero no confundamos las cosas. ¿Es que me quieres, o es que te parezco bonita? Piénsalo bien: ¿qué soy yo para ti? ¡Mi vida! ¡Mi cielo! ¡Quiá!

Palabra del Dia

irrascible

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