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Actualizado: 28 de octubre de 2025
La vida en la capital del Austria tiene algo de la vida de una provincia: diríase que todo está allí reglamentado y que á hora fija y de antemano marcada todas las distracciones deben terminar.
¡La pobre no tiene tantas distracciones que digamos, mi buena tía... y ésta es tan inocente!
¡Oh! no, señor, no tengo la intención de decir nada malo replicó Nancy coqueteando y linda hasta hacer perder la cabeza . Cuando los caballeros tienen tantas distracciones, una pieza de baile es bien poca cosa para ellos. Vos sabéis bien que no es así. Vos sabéis que bailar una pieza con vos me interesa más que todos los otros placeres del mundo...
Si los establecimientos para remojarse los sevillanos tenían, pues, verdadera importancia, no era menor la que tenían las vallas y cajones que de antiguo se colocaban en el río y los cuales constituían una de las mayores distracciones de nuestros paisanos en los meses caniculares.
Y Rafael obedecía, pero evitando que le acompañase don Andrés, pues a la ida o a la vuelta pasaba unas cuantas horas en la casa azul o suprimía por completo el viaje para quedarse allí temblando al volver a casa por si su madre se enteraba de tales distracciones. Doña Bernarda conocía aquella nueva amistad.
#Genio que se apaga.# Después de aquel ataque, las facultades mentales del duque experimentaron una merma considerable, al decir de cuantos a él se acercaban. Padecía extrañas distracciones. Su palabra era perezosa y más confusa que antes. Tenía caprichos fantásticos.
Aparte el deseo de rodearla de bienestar, de distracciones y de cuidados, estaba también aquel secreto afán de establecer entre nosotros vínculos de educación, de inteligencia, de sensibilidad, casi de nacimiento y parentesco, que debían hacer nuestra amistad más legítima, prestándole quién sabe cuántos años de antigüedad.
La inspiración huía, espantada por el ruido de las telas y la pegajosidad de los insectos. Le era imposible hacer nada, y acababa por pasearse nerviosamente, jurando que era un imbécil; hasta que Feli, molestada por su cólera, le rogaba que volviese a la calle en busca de distracciones.
El Comendador, á pesar de sus distracciones, miró á Doña Clara con extraordinaria curiosidad. Era una niña de poco más de diez y seis años. El color de su rostro, de un moreno limpio, teñido en las mejillas y en los labios del más fresco carmín. La tez parecía tan suave, delicada y transparente, que al través de ella se imaginaba ver circular la sangre por las venas azules.
Un día, no obstante, en ocasión que comía en su lecho despaciosamente y gustando bien los manjares, como era en él costumbre, quedose un buen rato a medio mascar, sin quitar los ojos de Salvador; y volviendo luego a atender al plato, habló así: Mis distracciones son tan chuscas como mis sueños.
Palabra del Dia
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