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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Quien ha envejecido bastante, de un modo prematuro, es el antiguo capellán de los Pazos. Su pelo está estriado de rayitas argentadas; su boca se sume; sus ojos se empañan; se encorvan sus lomos. Avanza despaciosamente por el carrero angosto que serpea entre viñedos y matorrales conduciendo a la iglesia de Ulloa. ¡Qué iglesia tan pobre!
«Me parece indicó que he visto aquí otra vez a esta señorita... En fin, suban ustedes y vean lo que hay». Juan Bou subió la gran escalera despaciosamente, porque su corpulencia era declarada enemiga de la agilidad. Isidora subió corriendo y en el último peldaño esperó a su amigo, echándole una mirada triste y una sonrisa discreta y amistosa, a la cual se podía dar atrevida interpretación de burla.
Un día, no obstante, en ocasión que comía en su lecho despaciosamente y gustando bien los manjares, como era en él costumbre, quedose un buen rato a medio mascar, sin quitar los ojos de Salvador; y volviendo luego a atender al plato, habló así: Mis distracciones son tan chuscas como mis sueños.
Luego, desnudando la hoja despaciosamente, y clavando los ojos en la arábiga inscripción que el hierro tenía, púsose a temblar con todo su cuerpo, como quien ve levantarse ante sí pavoroso fantasma. El lacayo volvió, y quedose alzando la antepuerta. La madre no tuvo más tiempo que el de alargar el arma a su hijo y echar sobre las ascuas algunos granos de incienso que sacó de su escarcela.
Camello, decía el cosmos es decir, el diccionario ; y Belarmino veía, en efecto, brotar de la página el dicho cuadrúpedo rumiante, aunque muy mermado de proporciones, y salir andando despaciosamente por el piso; pero a los pocos pasos, el perfil de la bestia, ya de suyo sinuoso, se deformaba más todavía, evolucionaba, se transformaba; el animal se ponía en dos pies, aparecía vestido con uniforme; la cabeza, sin perder la expresión primitiva, tomaba rasgos humanos; las jorobas se convertían en alforjas, que colgaban al pecho y espalda, y de una de las bolsas salía un gran cartapacio.
Diciendo esto, trajo un pañuelo, y desdoblando una de las puntas despaciosamente, y como si se tratara de la más venerable y santa reliquia, sacó una moneda de plata que puso ante la vista de Santorcaz, sin permitirle que la tocara.
La capitulación iba despaciosamente, porque los parlamentarios se habían juntado en Andújar, residencia del General en Jefe, y en Bailén no teníamos noticia de lo que allí pasaba. Temiendo que los enemigos intentaran escaparse, nuestros generales tomaron acertadas precauciones, y la artillería ocupó, mecha encendida, los puestos convenientes.
Palabra del Dia
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