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Hasta entonces paré mientes en que el pobre, el que vive de un sueldo mezquino, está a merced de quienes le pagan. ¿Qué hará si le echan a la calle? ¿Qué hará, si, lastimado en su honradez y en su dignidad, protesta de su inocencia, y toma el sombrero, y se va? «¡No hará tal! dice el amo. ¿Qué come mañana? Tiene hijos, esposa...» Y fiado en esto le ultraja y atropella sin piedad.

De aquí han nacido los proverbios «quien mal no hace, mal no piensa;» y «piensa el ladron que todos son de su condicionEsta inclinacion es uno de los mayores obstáculos para encontrar la verdad en todo lo concerniente á la conducta de los hombres; ella expone con frecuencia al virtuoso á ser presa de los amaños del malvado; y dirige á menudo contra probada honradez, y quizas acendrada virtud, los tiros de la maledicencia.

Debo de estar enferma.... Me asusta el mundo..., el teatro me horroriza..., el galanteo me espanta.... Quiero paz..., quiero sueño..., quiero honradez...; no vivir de farsa... y tener pan que no deba a mi cuerpo alquilado a un desconocido..., a no ahora quién. Tuya, . De los demás, no. ¿Quieres?

Y es la criatura más angelical, de alma y de cuerpo, que pueda haber sobre la tierra..., y al mismo tiempo el mejor testimonio de que existe en su madre ese fondo de honradez en que no te atreves a creer .

En cuanto salió el sol, el rey hizo llamar a Meñique delante de toda su corte. Y vino Meñique fresco como la mañana, risueño como el cielo, galán como una flor. Yerno querido dijo el rey, un hombre de tu honradez no puede casarse con mujer tan rica como la princesa, sin ponerle casa grande, con criados que la sirvan como se debe servir en el palacio real.

Si hubiera rehusado, si hubiera ido una vez más á los pies de mi madre, estoy seguro de que se hubiera aún sacrificado para sacarme del mal paso; pero hubiera tenido que hacer promesas, arreglarme, dejar mi vida infame y entrar en la tranquilidad de la vida de familia. No quise hacerlo. La muerte ó la fuga, pero no la honradez.

Si el amor de ese hombre era mentira, ¿no fallaba la íntima sanción que la conciencia había dado a un vínculo contraído fuera de la ley? Para la cristiana a quien la culpa había parecido, si no excusada, por lo menos atenuada por la sinceridad del amor, por la honradez del acuerdo, por la pureza del compromiso ¿no debía implicar una condenación grave la falta repentina de esas condiciones?

Dígolo porque Muñoz y Nones parece un diplomático. Tiene inclinaciones de gran señor y hábitos de sportman. ¡Lástima que no haya abierto nunca más libro que la Ley de Enjuiciamiento civil! Por lo demás, en la honradez es un lince, y tiene por este concepto casi tanta fama como la que otros tienen por pillos.

Su franqueza le había valido algunos disgustos, pero también grandes triunfos, porque el culto de la verdad, proclamando la honradez, trae siempre ventajas, las cuales no se concretan a la conciencia y a la moral, sino que se extienden a la esfera utilitaria de la vida. Por esto, y relacionando sus virtudes con sus éxitos, decía el gran notario que también la honradez es negocio.

Josefa, cortando el flujo de la risa, la persiguió hasta la puerta de la calle gritándole con acento iracundo, esforzándose en bajar la voz para que no le oyera su amo: Bien empleado le está, holgazana, gallarina... ¡Vergüenza había de darle!... ¡Engañar a mi pobre señor y llevarle como un dominguillo de la ceca a la meca!... ¡Mire usted la monjita!... ¿Es ésa su religión? ¿Es ésa su delicadeza?... Si quiere hombres, vaya a casa de María Ramona con mil pares de demonios y no pretenda a los sacerdotes... ¡Fuera de aquí!... Métase en su casa y tenga honradez y tenga vergüenza, y no ande como una perra salida a todas horas por esas calles... Si fuera a llevarme del genio, le levantaba las sayas ahora mismo y le daba en el tras con la zapatilla hasta que me cansara... ¡Pícara! ¡Mala cabra!