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Actualizado: 29 de julio de 2025


Lo mismo decían los que estaban en la antesala, gente menuda, con blusa unos y chaqués raídos otros, todos hombres de fe, que llevaban sus ahorros al santuario de la honradez, y mientras aguardaban el turno cuchicheaban, haciéndose lenguas de sus virtudes.

Aquella noche doña Feliciana echó sus cuentas y resolvió que, apenas amaneciese Dios, debía depositar su dinero y alhajas en casa de un comerciante de proverbial honradez. Pero sus celosas cavilaciones por un lado, y por otro sus cálculos rentísticos, la quitaron el sueño, y en ello tuvo no poca ventura.

Si esto es mío, ¿por qué no he de disponer de ello cuando me la gana?». Y leña, más leña... La infeliz víctima, aquel antiguo y leal amigo, modelo de honradez y fidelidad, gimió a los fieros golpes, abriéndose al fin en tres o cuatro pedazos. Sobre la cama se esparcieron las tripas de oro, plata y cobre.

La historia de este puerto abunda en páginas brillantes debidas á la honradez, pericia y heroísmo de nuestros marineros, muchos de los cuales han recorrido en su infancia un sendero tan expuesto y espinoso como el del tipo que acabo de bosquejar.

Las señoras Micaelas me desbastaron, y mi marido y doña Lupe me pasaron la piedra pómez, sacándome un poco de lustre. ¿Por qué no nos habíamos de tratar, olvidando aquellas bromas que nos dijimos?... Esto en el caso de que sea honrada, porque si no, no me rebajo. Cada una tiene su aquel de honradez».

La escena siguiente nos representa la despedida de Guzmán y de su esposa; la honradez de este noble matrimonio, expresada con cierto sello de rudeza, así en el fondo como en la forma, característica de la época, está pintada magistralmente.

Dios castiga sin piedra ni palo: toma, toma... a comer cardos al Frigal ahora... ¿a dónde voy? ¿a dónde voy? Se acordó de míster Robert. Muchas veces le había oído a Quilito ponderar aquel hombre, elogiando su honradez, su contracción, su inteligencia; y cuando ella lo sacaba de ejemplo, estimulándole a imitarle, el joven hacía burlas.

Juanito, como esos desesperados que encuentran todavía en su miseria cosas agradables, reconocía en su madre grandes defectos, pero se extasiaba ante su honradez de mujer. Un suceso vino o sacarle de la triste preocupación que le causaban los asuntos de su familia. Era el último día de la feria.

Ya había tras ella un lugar de retirada, una reserva para cualquier caso crítico... Ya veía cerca de un brazo, un escudo... La vida se le ofrecía más llana, más abierta... «Yo cuidaré pensaba , de que esta amistad y mi honradez no sean incompatibles».

Palabra del Dia

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