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Lo más amargo de la miseria de estas gentes dijo el médico no consiste sólo en las privaciones que sufren y la rudeza con que ganan el pan. Está en el ambiente desmoralizador que les rodea. Y Aresti describía el sufrimiento psicológico que había sorprendido en todo ejército obrero acantonado en torno de Bilbao, en las minas y las fábricas.

Se apresuró, pues, á acudir en cuanto vió á Clementina hacerle una seña y respiró al observar que Roussel se había marchado. "Le ha puesto á la puerta, se dijo, y su fisonomía se esclareció." Y bien, amiga mía, preguntó, ¿el monstruo ha partido?. Por el momento, replicó con rudeza Clementina; pero va á volver enseguida. ¿Para qué? Para comer. ¿Para comer ... en tu casa? En mi casa.

Vió la Alemania que se había imaginado muchas veces: una Alemania tranquila, dulce, de burgueses un poco torpes y pesados, pero que compensaban su rudeza originaria con un sentimentalismo inocente y poético. Este Blumhardt, al que sus compañeros llamaban Bataillon-Kommandeur, era un buen padre de familia.

Rafael comprendía el enardecimiento loco, la conmoción eléctrica de los públicos al verla aparecer entre las rocas de lienzo pintado, haciendo temblar las tablas con su paso vigoroso, elevando con rudeza sobre las blancas alas del casco la lanza y el escudo y lanzando el grito de la walkiria, el ¡hojotoho! que, repetido en el tranquilo huerto, parecía estremecer las calles de follaje con una corriente de entusiasmo.

Pero mamá dijo Amparo , si esto que cantaba es el Aria de las joyas. Muy bonita.... Pues fuera el aria. Canta algo más alegre. Eso de El dúo de la Africana, que gustó tanto en casa de «las magistradas». Bueno exclamó Concha con rudeza . Ahora El dúo. Una cosa que están cansados de tocar todos los organillos. Pues señora, eso. Tu tío no va al teatro, y tendrá gusto en oírlo.

Transcurrieron algunos instantes de silencio. Tristán habló al fin con voz sorda: Un destino fatal parece descender de lo alto para interponerse constantemente entre la felicidad y yo. Su mano fría me sacude con rudeza para despertarme de todo sueño dichoso, de toda dulce ilusión.

El muchacho observó en los ojos de Isidora una lágrima, más bien que del sentimiento, nacida del despecho, y le dijo: «¿Por qué lloras? ¿Por lo que ha dicho esa tía bruja? ¡Gente ordinaria!... murmuró Isidora. ¿Por qué no le contestaste? dijo Mariano con extraña rudeza. No me rebajo yo a tanto. ¡Puño!». Mariano dio un puñetazo sobre su propia rodilla.

No me sedujeron tales proposiciones, y le dije con cierta rudeza que más quería ser soldado que peluquero. Esto le agradó; y como le daba el peine por las cosas patrióticas y militares, redobló su afecto hacia .

Y no pude menos que echarme a reír al verla: esculpida con la mayor rudeza, representaba a un individuo de anguloso y desproporcionado aspecto, sentado al borde de la azotea, con las piernas cruzadas, más abajo de las rodillas, y con las manos en actitud de batir palmas.

El espectáculo de la civilización, ¿ha dominado al fin su rudeza selvática, y quiere vivir en el seno del lujo y de las comodidades? Yo creo que todas estas causas reunidas aconsejaron a Facundo su mal aconsejado viaje a Buenos Aires. El poder educa, y Quiroga tenía todas las altas dotes de espíritu que permiten a un hombre corresponder siempre a su nueva posición, por encumbrada que sea.