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Vuestra tía era horrible, señorita, me dijo volviéndose bruscamente. Mis lindos ojos compensaban su fealdad, respondí en igual tono. ¡Qué buena mesa! ¡Qué buen servicio! Todo andaba sin pies ni cabeza. ; pero ¡qué pavo! ¿Cómo no moristeis de una indigestión? Lo creí sinceramente, hasta el día en que os volví a ver aquí, Dios mío... en perfecta salud.

Vió la Alemania que se había imaginado muchas veces: una Alemania tranquila, dulce, de burgueses un poco torpes y pesados, pero que compensaban su rudeza originaria con un sentimentalismo inocente y poético. Este Blumhardt, al que sus compañeros llamaban Bataillon-Kommandeur, era un buen padre de familia.

Con este motivo hubo disputas y fuertes desabrimientos entre ambos, y aun amagos de litigio: al fin se zanjó el asunto por la intervención de algunos amigos oficiosos, no sin perder Andrés en la transacción buena parte de su hacienda. Estos disgustos y todos los demás se compensaban por los dulces momentos que sus vergonzosos amores le hacían pasar.

Pero de esta indiferencia del público le compensaban los elogios de sus compañeros de la Alta Cámara, a los que había regalado el libro y lo conservaban intacto sobre la mesa, sin cortarle las hojas; los sueltos laudatorios de los diarios, obra también de gentes que no hacían mas que pasear la mirada por el índice. El prólogo del jefe lo habían publicado todos los periódicos del partido.

Si es verdad que en la época, en que se escribió el primer tomo del Quijote, no había llegado el teatro nacional á su mayor y más perfecto apogeo, también lo es que existían ya entonces muchas producciones dramáticas, á las cuales no es aplicable ni un solo cargo de los consignados en esta larga serie; y en otras, ¡cuántas excelencias poéticas compensaban en parte esos mismos defectos!

Pero siendo tan infecundos en pesca el río y los regatos del país como en ninfas y Salicios y Nemorosos sus campiñas, abandonó la caña á los pocos días de dedicarse á ella, pues no compensaban dos anguilas y tres docenas de pececillos que pescó durante la temporada, todos los constipados y mojaduras que cogió sentado á la orilla del río, unas veces al sol y otras al agua.

La escasez de comida la compensaban con los productos de una tierra rica en vinos. Al saquear las casas, rara vez encontraban víveres, pero siempre una bodega. El alemán humilde, abrevado con cerveza y que consideraba el vino como un privilegio de los ricos, podía desfondar los toneles á culatazos, bañándose los pies en oleadas del precioso líquido.

Todos los seres abisales tenían el órgano de la vista enormemente desarrollado, para poder captar hasta los más débiles rayos de luz. Muchos eran de ojos salientes y enormes. Otros los tenían despegados del cuerpo, al final de dos tentáculos cilíndricos como telescopios. Los que eran ciegos y no producían resplandor compensaban esta inferioridad con el desarrollo de los órganos táctiles.