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El Obispo al ver al Magistral se ruborizó, como un estudiante de latín sorprendido por sus mayores con la primera tagarnina. «¿Qué era aquello?», quería decir la mirada del Magistral, que saludó a las señoras inclinándose con gracia y coquetería inocente. «¡Unas señoras con el Obispo! ¡Y ningún caballero las acompañaba! Esto era nuevo». Cosas de Visitación.

Habiendo sorprendido al pastor Robin las primeras nieves, algunos días antes, en lo hondo del puerto de Blutfeld, dejó abandonado allí su carro, para llevar el rebaño a la granja; pero notando la falta de la piel de carnero con que se cubría y que se había dejado olvidada en su cabaña ambulante aquel día, terminada su labor, se puso en camino, hacia las cuatro de la tarde, para ir a buscarla.

No tardó en llegar Velázquez, quien se sintió tan sorprendido como alegre de encontrar sola á Paca, y más cuando se enteró de que Soledad había ido á casa de una vecina que estaba de parto y tardaría en volver. No la quiso ver mejor el irresistible jaquetón.

La tragedia de su padre se juntaba en su pensamiento a otras historias oídas en la reserva de alguna confidencia. Su abuelo, un hombre piadoso y sensual, se había dejado matar, sorprendido en la alcoba de su amante, por faltarle la voluntad de herir con la espada que el marido caballeresco le arrojara a las manos.

Respiraban despecho, envidia, tristeza por los años que pasan, transmitiendo á los que vienen detrás los insolentes privilegios de la juventud. Los habitantes de Villa-Sirena se hubiesen sorprendido igualmente al oirle hablar de este modo. La misma sorpresa hizo que Alicia olvidase sus preocupaciones de mujer hermosa, levantando la frente y apartando las manos.

Pero de repente olvidó su mal, el anónimo, todo, porque Eufemia entró gritando, corriendo; tropezó con las rodillas de Bonis, y exclamó: ¡Señorito, señorito!... La señorita está con los dolores. Bonis saltó como un tigre, corrió por salas y pasillos, con una bota y una zapatilla, tal como le habían sorprendido las cartas malhadadas, y llegó al gabinete de su esposa en pocos brincos.

En misa. ¿En misa? repitió Pepe, sorprendido, pero sin mostrar enfado. , como está aquí Tirso, ¿comprendes? será por no disgustarle. Eso debe de ser. No añadió una palabra, mas no le pasó inadvertida la novedad. La madre había ido a misa. ¿Sería realmente sólo por deferencia a su hijo, o habría habido por parte de éste alguna instigación?

Soto y Calvo es una bella composición, por el estilo del Hermán y Dorotea de Gœthe y de la Evangelina de Longfellow, si bien en el Nastasio no se advierte imitación, sino mucha espontaneidad. Su lenguaje es castellano muy puro. Por eso mismo me ha sorprendido y me ha contristado más la carta-prólogo que en el Nastasio he leído.

Miguel estaba sorprendido y enamorado de aquel retiro silencioso y melancólico que entre las sombras crepusculares tomaba apariencias aún más tristes y fantásticas. La imaginación comenzó a hablarle un lenguaje suave y misterioso.

Oyes, chica exclamó así que acertó á verla. Á todos nos ha sorprendido y disgustado que el señor cura no te llamase para llevar á la virgen. Porque, á la verdad... eso de haber elegido tres mozas de Canzana y sólo una de Entralgo no está bien.