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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Máximo dijo el otro día que tiene usted un delicioso tipo de virgen. Y Kisseler añadió: «Una virgen que haría condenarse a todos los santos.» No se escandalice usted, querido señor cura; en este país se habla de todo así, en broma. La Marquesa se reía y se extasiaba por el ingenio de Kisseler y por sus graciosas salidas.
Ante aquella apoteosis de luz, se sentía conmovida y se olvidaba de su ser, para absorberse en la belleza de lo infinito; su mirada se extasiaba en la contemplación de las nubes iluminadas, y en sus formas caprichosas se imaginaba ver mundos desconocidos.
Esa hora de contemplación común, de emociones divididas, de profunda y pura voluptuosidad era, sin duda, la última que me fuera dado vivir á su lado, y me extasiaba con una violencia de sensibilidad casi dolorosa. Por lo que hace á Margarita, no sé lo que pasaba: habíase sentado sobre el borde del parapeto, miraba á lo lejos y callaba. Yo no oía sino el soplo un poco precipitado de su aliento.
Después de dar algunos paseos por la estancia, hasta enfriarse, volvía junto a las llamas y se extasiaba contemplando otra vez las lenguas rojas de azulada punta, las quemadas astillas que caían del consumido leño con murmullo de hojas secas, y languidecían luego en la ceniza durmiéndose. Comía poco. No leía nada, y su única distracción era tirar al florete con su hermano.
Juanito, como esos desesperados que encuentran todavía en su miseria cosas agradables, reconocía en su madre grandes defectos, pero se extasiaba ante su honradez de mujer. Un suceso vino o sacarle de la triste preocupación que le causaban los asuntos de su familia. Era el último día de la feria.
Llorar triste y suspirar sólo puedo; ay, Señor, no... tuya no debo ser yo, recházame de tu altar. Los votos que allí te hiciera fueron votos de dolor, arrancados al temor de un alma tierna y sincera. Cuando en el ara fatal eterna fe te juraba mi mente ¡ay Dios! se extasiaba en la imagen de un mortal.
El cielo límpido tenía el color violeta del crepúsculo. A ras del agua aparecían esparcidas algunas nubes blancas de caprichosos perfiles. El sol se había hundido tras de ellas, coloreando el horizonte de un rojo cegador que poco a poco iba palideciendo. Sobre este fondo de oro se recortaban las nubes tomando el contorno de formas humanas. Mina se extasiaba en su contemplación.
Y cuando cantó por fin y comenzó a sonar su nombre, cuando yo me extasiaba ante los resultados de mi sacrificio, llega ese fantasmón de Franchetti, y cantando sobre las tablas dúos y más dúos de amor, acaban por enamoricarse, y tengo que casar a la niña para que no me ponga mal gesto ni me parta el alma con sus lloros. Ustedes no saben lo que es un matrimonio de cantantes.
Aquel relato glorioso había traído á su memoria los árboles genealógicos de los reproductores de la estancia. El alemán era un pedigrée, y con este apodo le designó en adelante. Sentado, en las noches veraniegas, bajo un cobertizo de la casa, se extasiaba patriarcalmente contemplando á su familia en torno de él. La calma nocturna se iba poblando de zumbidos de insectos y cloqueos de ranas.
A veces me acercaba a aquel excelente hombre y me extasiaba con él admirando una flor, un fruto, un arbusto y solía decirle: ¿Os acordáis, mi cura, del tiempo en que me queríais persuadir de que el amor no es la cosa más encantadora del mundo? ¡Oh! mi hijita, creo que ni el mismo Bossuet hubiera podido convencerte. ¿Y, no tenía razón? Así parece y sonreía bondadosamente.
Palabra del Dia
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