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En el oido hay ruidos imaginarios, sensaciones como de golpes, y zumbidos con disecea. La nariz, aparte de las diferencias dependientes de la disposicion de las partes, no ofrece otros síntomas que los demás órganos, si no es el flujo de un líquido acre y mas abundante, y de algunos granos forunculosos.

Los huertos de naranjos extendían sus rectas filas de copas verdes y redondas en ambas riberas del río; brillaba el sol en las barnizadas hojas: sonaban como zumbidos de lejanos insectos los engranajes de las máquinas del riego, la humedad de las acequias, unida a las tenues nubecillas de las chimeneas de los motores, formaba en el espacio una neblina sutilísima que transparentaba la dorada luz de la tarde con reflejos de nácar.

Cuando me levanté, al día siguiente por la mañana, tenía zumbidos en la cabeza, y ante mis ojos bailaban manchas de luz verdes y amarillas. Al ver mi semblante, Marta juntó las manos por encima de su cabeza, y Roberto, que otra vez estaba sentado en la esquina del sofá, envuelto nuevamente en nubes de humo, exclamó: ¿Has pasado la noche llorando o bailando?

Las abejas, los zánganos, las mariposas y tantos insectos alados sin nombre que las chupan al calor del sol, se complacen revoloteando en el ambiente perfumado de la cañada, llena de vida, de movimiento y de zumbidos.

El estornudo y la ronquera son los principales síntomas de la garganta y de la nariz. Para la tos, las punzadas, ardores, lágrimas quemantes; para los oidos, ardor, punzadas, zumbidos: estos síntomas tienen necesidad de unirse á otros para que tengan un valor inflamatorio; todo lo mas que en ellos se ve, es un orgasmo sanguíneo, un estado de irritacion sanguínea y nerviosa.

El sol inundaba de luz las soledades del espacio, animando y engrandeciendo el vastísimo paisaje. Largos y monótonos zumbidos de cigarras y de otros insectos voladores poblaban el aire de un sordo y soñoliente murmullo, que convidaba á la siesta. Callaban las aves, adormecidas por el calor, y callaban también los hombres, atentos al deicidio que se preparaba en los cielos.

Gabriela observaba atentamente el magnífico espectáculo de la puesta del sol, prestando atento oído a los ruidos del campo, a los rumores del río, a los zumbidos extraños con que los insectos saludan el advenimiento de la noche; yo, recostado en el tronco de aquel árbol gigantesco, no apartaba los ojos de la encantadora señorita.

Una ventana próxima dejaba visible la puesta del sol, envolviendo en un nimbo de oro al piano y al ejecutante. La poesía del ocaso entraba por ella: susurros del ramaje, cantos moribundos de pájaros, zumbidos de insectos que brillaban como chispas bajo el último rayo solar.

Sus rodillas estaban en contacto. Tomaba una de sus manos, acariciándola, introduciendo un dedo por la abertura del guante. ¡Aquel maldito jardín, que no permitía mayores intimidades y les obligaba á hablar en voz baja después de tres meses de ausencia!... A pesar de su discreción, el señor que leía el periódico levantó la cabeza para mirarles irritado por encima de sus gafas, como si una mosca le distrajera con sus zumbidos... ¡Venir á hablar tonterías de amor en un jardín público, cuando toda Europa estaba amenazada de una catástrofe!

Las funciones de la vision y de la audicion están en armonía con este estado, pues se observan alteraciones varias, debilidad de la vista, estremecimiento y centelleo en el campo de la vision; tendencia á llevarse la mano para separar moscas y telas blancas que revolotean; se ve un círculo alrededor de la luz, y los objetos aparecen amarillos; en el oido hay zumbidos, ruidos como de campanas, silbidos, ó de otra voz que no es la suya.