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Actualizado: 8 de junio de 2025
La tomé de una mano. Un calor de vida se transmitía de esa mano a todo mi cuerpo. Ella la retiró, palideciendo más. Yo no dije nada, pero el llanto se me agolpó a los ojos. Ella me dijo: «Comprenda usted que tenemos que separarnos.» Mi respuesta fue: «Su voluntad será cumplida siempre. Si usted quiere, mañana partiré. Esperaré desde lejos.
Sí, para matarte y matarme... dijo Maxi en un tono que no pudo ser tan lúgubre como él deseaba, pues el arma empezó a causarle miedo, a causa de que en su vida había tenido en las manos un chisme de tal clase... ¡Qué cosas tienes! dijo ella palideciendo . Tú no sabes lo que te pescas... Pareces tonto... Matarme a mí, ¿y por qué?...
Ya sé lo que quiere esta niña, murmuró Ester al ministro, y palideciendo, á pesar de un gran esfuerzo para ocultar su disgusto y su mortificación, dijo: los niños no permiten el más leve cambio en el aspecto acostumbrado de las cosas que tienen diariamente á la vista. Perla echa de menos algo que siempre me ha visto llevar.
Debajo de ellas sus luminosos cabellos, semejantes á una sombría lámpara de noche, lanzan misteriosos rayos de esmeralda y otros colores que, relumbrando ó palideciendo, revelan un sentimiento y cierto misterio inexplicable.
» Elegante, generoso, de superiores dotes... » Rica y noble... » Noble y rico... » En suma: todas tus perfecciones y todos tus encantos, Magdalena. » En suma, todas tus cualidades, Amaury. » ¡Oh! exclamé con el corazón palpitante de gozo. ¡Si me amase una mujer como tú!... » ¡Dios mío! exclamó Magdalena palideciendo. ¡Habías pensado en mí! » ¡Magdalena! » ¡Amaury! » ¡Sí! ¡sí! ¡Te amo, Magdalena!
Los diez marineros y el segundo de la Urna de San José se miraron palideciendo; no obstante, gritaron con voz un poco temblorosa, es verdad: ¡Viva el rey! ¡Adelante la Urna de San José y el valiente Santiago!
Fuese Cornias y preguntó Nieves a Leto: ¿Tan cerca estamos ya? En cinco minutos llegamos... ¡Ay, Dios mío! exclamó Nieves, palideciendo algo, ¡qué hormiguillo me entra ahora!... ¿Será miedo? Hay para tenerle, contestó el otro tiritando en su interior. Pues ánimo repuso ella con la voz algo insegura , y pensemos en lo más para no temer lo menos. Antes se lo dije también.
Hombre, no; lo único que sé es que desde hace unos días tengo el propósito de hacerte una visita, y por una u otra causa no te la hago. Comprendo tu vacilación dijo Amaury, sonriendo desdeñosamente. ¿Sí? preguntó Felipe palideciendo. Entonces sabrás... Lo que sé es que el doctor Avrigny me ha encargado de reemplazarle en la guarda de su sobrina y que tengo el encargo de velar por su reputación.
¡Oh! ¡Oh! dijo sardónicamente la condesa , no negaréis que os he escuchado con calma. Esa historia de la joven, de un oficial, es un cuento inventado por los envidiosos; en cuanto a Elena, ya no está en Orsdael. ¡Dios mío! exclamó Marta palideciendo.
Sí lo sé, respondió Perla fijando su inteligente mirada en el rostro de la madre, por la misma causa que el ministro se lleva la mano al corazón. ¿Y cuál es esa causa? preguntó Ester medio sonriéndose al principio con la absurda respuesta de la niña, pero palideciendo un momento después. ¿Qué tiene que ver la letra con ningún corazón, excepto el mío?
Palabra del Dia
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