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Actualizado: 8 de junio de 2025
Como Isidora siempre trataba de encontrar armonías entre su estado moral y la Naturaleza, la hermosísima retirada y apagamiento del día no eran extraños al occidente que había en su alma. Los destellos de oro fundido iban palideciendo poco a poco, o se hundían dejando tras sí un rastro pálido y verdoso.
No es un warangal, señor Cornelio dijo Van-Horn, palideciendo . Esto es una señal; no me equivoco. ¿Se acercarán los salvajes? preguntó el joven, levantándose con rapidez. ¡Silencio! ¿Habéis oído algo? Mirad allí, junto a las hornillas. ¿Veis algo? Sí, descubro una sombra negra. La noche está obscura; pero la veo moverse. Y yo veo otras sombras bajar por las rocas. Es verdad. Ahora veremos.
Acababa de sonar un cañonazo, luego otro y luego un tercero á intervalos iguales. Al mismo tiempo el viento de tierra les trajo un redoble de tambores que tocaban generala y un rumor confuso de voces. Ambos se miraron palideciendo. ¡Todo está descubierto! dijo Jacobo. ¡Nos persiguen! añadió Tragomer. Cristián lanzó una mirada en derredor.
El montón de ramas con que la tapamos debía estar aquí, y no lo veo. ¿Será posible? exclamó Van-Stael palideciendo. Adelantóse; examinó con gran atención el lugar en que se encontraban, entreabriendo las malezas, y acabó lanzando una exclamación de ira. ¡Infames! ¿La han robado? preguntaron acercándose Hans, Cornelio y Van-Horn.
¿Que no está sola la reina? ¡Otra desgracia!... ¿Pero quién está con la reina? Está... esa doña Clara Soldevilla; esa menina á quien tanto quiere, á quien tanto favorece, de la cual apenas se separa la reina mi señora... esa mujer á quien no ha sido posible arrancar del lado de su majestad. ¡Doña Clara Soldevilla! dijo el rey palideciendo más de lo que estaba ; ¿será necesario...?
La esposa apretaba los labios, palideciendo ante el desconcierto de su sobrino, el cual no podía asir muchas de las ideas del doctor. Con su instinto agresivo de mujer devota intervino en la conversación, queriendo auxiliar á Urquiola. No entiendo esa moral dijo á Aresti con voz ruda. Nada me importa: esa queda para... sabios como tú. Nosotros, los brutos, nos contentamos con el Catecismo.
No lloras por tu hijo; lo que te entristece es la miseria que se aproxima, la ruina de tu buen amigo Cuadros. Don Juan subrayó con tanta expresión estas palabras, que su hermana dio un paso atrás, palideciendo y bajando las amenazantes manos. Parece que me has entendido. ¿Creías que también ignoraba yo esto? Lo sé todo, hija mía, y digo que me avergüenzo de que lleves mi apellido.
Ahora, la lucha ha terminado, la madre ha vencido en mí a la esposa y vaciará el cáliz hasta el fondo. ¡Ah! es un martirio horrible descender así al abismo de la degradación, aunque ello sea para defender a nuestra hija, el gaje de nuestro amor. Marta se puso de repente en pie como si algún golpe violento la hubiese herido y escuchó palideciendo... Le parecía haber oído un ruido en el corredor.
Ya comprendo dijo Lescoët palideciendo ; ¿y cuántos? Una miseria. Bien, pero quiero saberlo. Ya lo verás; no tengo interés en estafarte ninguno, y además tú podrás contarlos. Ya me vengaré. Antes siempre se dice eso, y después no se piensa en ello más que en la brisa de la víspera. Vamos, muchacho, despachemos, porque veo que el capitán se impacienta y sería capaz de hacerme probar la misma salsa.
Me pregunto con inquietud si puedo ser la esposa de un hombre a quien acusan de haber cometido un crimen. ¡Cómo! ¿qué decís? exclamó el intendente palideciendo . ¿Un crimen? ¿Y os referís a mí? ¡Chito! ¡chito! dejadme proseguir.
Palabra del Dia
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