United States or Faroe Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


¿Que no está sola la reina? ¡Otra desgracia!... ¿Pero quién está con la reina? Está... esa doña Clara Soldevilla; esa menina á quien tanto quiere, á quien tanto favorece, de la cual apenas se separa la reina mi señora... esa mujer á quien no ha sido posible arrancar del lado de su majestad. ¡Doña Clara Soldevilla! dijo el rey palideciendo más de lo que estaba ; ¿será necesario...?

En la misma línea a la derecha otra menina no menos agraciada, doña Isabel de Velasco, y la enana Maribárbola de feo semblante y descomunal cabeza miran de frente hacia donde están los Reyes sentados; ante esta horrenda criatura hay en el suelo echado y dormitando un mastín que parece pronto a levantarse y huir mansamente para que no siga hostigándole con el pie Nicolasito Pertusato, enanillo alegre, esbelto y bien vestido como juguete vivo, cuya postura y movimiento no hubiera sorprendido mejor una instantánea fotográfica.

Pronunciad, pronunciad sin temor el nombre de esa señora dijo Dorotea ; no es la comedianta, no es la mujer perdida quien os lo pregunta, no es tampoco la mujer celosa; es vuestra hermana, vuestra buena hermana, que porque os ama, ama á la mujer que os ama y es también hermana suya; decidme su nombre. Doña Clara Soldevilla contestó don Juan con acento opaco. ¡Ah, la famosa menina de la reina!

¡Ah, pobre Dorotea! dijo Quevedo ; su hermosura y su amor, á pesar de ser tan peligroso, no ha podido haceros olvidar á la hermosa menina. Quisiera que doña Clara oyese, tiene celos. ¡Celos! Como que ama. ¿Y os ha dado esta carta para ? Mirad á lo que por vos me reduzco. ¡Ah! Dios os premie, don Francisco, la ventura que me dais; pero agonizo de impaciencia. ¿Por leer? Pues leamos.

¡Vaya! ¡Pues medrados estaríamos si el tío Manolillo, el loco del rey, no conociese hasta las arañas del alcázar! Conozco á mi señora doña Clara desde que era así, tamañita. ¿Y qué se dice de esa dama en el alcázar? ¿Qué se ha de decir? La llaman la menina de nieve. ¿Por lo blanca? Bien pudieran; pero es por lo fría. ¡Fría, y tiene dos ojos que abrasan! Pues ahí veréis.

A tal altura ha llegado la virtud de vuestra esposa, que la llamaron la menina de nieve; ¡oh, me alegro mucho!... Cuando esa señora se ha casado con vos debe amaros mucho, muchísimo, con toda su alma, con todo su corazón, con todo su deseo.

¿No creéis que es una humillación para mi, que yo tan altiva, tan severa, tan desdeñosa con todos, hasta el punto de que creyéndome incapaz de amar, me hayan llamado la menina de nieve, caiga de repente de mi indiferencia, de mi frialdad, en el extremo opuesto, y que el hombre por quien tanto he variado en pocas horas, apenas separado de se enamore de una mujer perdida, y se vaya á vivir con ella y la acompañe al teatro?

¿Y por qué le ha herido? Defendiendo la honra de una mujer. ¡Ah! ¡ah! y... ¿quién es ella? Una dama á quien vuestra majestad y yo apreciamos mucho. Pues no... no acierto. Doña Clara... ¡Ah! ¡! ¡vuestra menina! quiero decir, vuestra dama de honor... porque ya recordaréis que hemos convenido en que es ya muy crecida para menina... la bella y honradísima doña Clara Soldevilla.

Es verdad que don Juan había supuesto de la hermosa menina menos de lo que ella era, ya se tratase de hermosura de cuerpo, ó de hermosura de alma; de ternura hacia el ser que tuviera la fortuna de ser amado por ella, de tesoros de pureza reservados para aquel hombre; don Juan se había enamorado de sus suposiciones, y de ver que sus suposiciones habían sido mezquinas, debía enamorarse todo cuanto su alma era capaz de amar, que lo era hasta lo infinito; don Juan, pues, moría pensando en doña Clara, sufría recordando á la Dorotea.

Desengañáos, doña Clara contestó el hombre ; vuestro padre, el buen Ignacio Soldevilla, está muy lejos, y aunque le llaméis, y aun cuando venga, vendrá tarde; toda la corte sabrá ya que la ingrata hermosura á quien llaman la menina de nieve no ha sido esquiva para .