United States or Solomon Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Entonces habrás matado su felicidad; doña Clara Soldevilla, la conozco bien... te obligará á huir... pero él... él... te seguirá... ella... ella... puede ser que no sea tan honrada... si llegas á herirlos en el alma... porque se aman... ¡se aman! no necesitas más venganza... te habrás vengado horriblemente. ¡Pero si él quería seguir viniendo á mi casa! exclamó la Dorotea.

La joven sonrió satisfecha de su pensamiento. Doña Clara Soldevilla estará en la sala de las Meninas; acaso ella, que es valiente, que por nada se detiene, que aborrece de muerte á don Rodrigo Calderón, llevará con placer esta carta á mi padre, en cuanto sepa que esta carta puede hacer daño á don Rodrigo.

¿Y cómo le recobrásteis? No le recobré yo. ¿Pues quién fué? Ese caballero, que no por qué razón acertó á venir con dos amigos por la Cava Baja, cuando ya se llevaban el cofre. ¡Don Juan Téllez Girón! ¡Ah! ¿sabéis ya cómo se llama? Anoche le casé. ¡Que le casásteis! , con doña Clara Soldevilla. Pero, señor, ese mancebo ha caído de pies en la corte, todas le aman.

Pero una mujer hermosa, matizada, abrillantada por brocados y pedrerías, y saturada de blandos y exquisitos perfumes, embriaga. Por eso estaba embriagado don Juan Montiño. Y como cuando estamos dominados por la embriaguez no somos dueños de nuestra razón y lo olvidamos todo, el joven, dentro de aquella litera y en aquella situación, se había olvidado completamente de doña Clara Soldevilla.

Entre tanto Quevedo, atravesando callejones y galerías, se entró en el aposento de doña Clara Soldevilla. Don Juan se calentaba al brasero y doña Clara escribía. Consuela este olor dijo Quevedo entrando. ¡Ah, mi buen amigo! dijo don Juan. ¡Ah, don Francisco! exclamó doña Clara : ¿de qué olor habláis?

Vais á entrar en el alcázar y á hacer de modo que doña Clara Soldevilla reciba esta orden sin que pueda saber de dónde viene. ¡Cómo! ¡Lo quiero! Haces mal. Lo quiero. ¡Y cuenta con que doña Clara pueda ni aun por indicios sospechar! ¡Haces mal! repitió el bufón, y tomó la orden y la guardó suspirando. Ni Dorotea ni el bufón hablaron una palabra hasta que la litera llegó á las puertas del alcázar.

Si fuera por acaso don Juan Téllez Girón... ¿Mi supuesto sobrino? , ; él ha pasado hasta ahora por sobrino vuestro... la Dorotea le ama... le ama con toda su alma... ; , señor. Y pudiera suceder también que no sea á don Juan á quien se quiera matar... sino á su mujer... doña Clara de Soldevilla... ¡Dios mío!

Id, id con Dios dijo la duquesa meditando que si se empeñaba en averiguar por dónde habían venido aquellas joyas, podía descubrir su secreto. Pero doña Juana quedo en una ansiedad mortal. ¿Habría muerto su hijo, aquel hijo á quien amaba tanto? Doña Juana, pues, no era feliz. Y de repente se le habían revelado dos grandes misterios, por medio del aderezo usado por doña Clara Soldevilla.

Cerróse la puerta, y don Francisco se sentó en el dintel. Indudablemente, don Francisco había salido del cuarto de doña Clara Soldevilla en busca de Juan Montiño. ¿Y decís que él vendrá? Ha concluído ya su lance con don Bernardino, según me han dicho, y no debe tardar en ir á vuestra casa... porque también que vive en vuestra casa; tropezará con don Francisco, que le está esperando, y vendrá.

Vos habéis sido la causa de las casualidades que le han hecho esposo de doña Clara Soldevilla y favorito de la reina, y qué yo qué más cosas... pero ya se ha quemado la escudilla con lo que contenía, ya no queda rastro por aquí del veneno... el alcázar se me cae encima; salgamos... salgamos de aquí, Montiño. Llueve que es una maldición.