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Actualizado: 29 de junio de 2025
De lo cual se deduce que la honradez, la constancia y laboriosidad de un montañés, son tan grandes como su ambición. Nadie, en buena justicia, podrá quitar á esta noble raza un timbre que tanto la honra. Nuestro Andresillo, pues, vástago legítimo de ella, no bien supo hablar, ya dijo á su madre que él sería indiano.
En estas provincias del Norte es donde se conservan todavía restos de aquella honradez y piedad que caracterizaban á nuestros mayores. Es gente honrada á carta cabal dijo don Primitivo. Afortunadamente, todavía no nos los han maleado. Unos infelices, señor conde... unos infelices... Lo único que les hace falta es un poco de filosofía alemana para ser hombres completos. Todos rieron con estrépito.
¿Y si otro da más? ¿Y quién ha de ser ése? ¿Somos acaso bandidos? Todo el pueblo sabe quién es el verdadero amo de la barca abandonada, y nadie tiene tan mal corazón que intente perjudicarle. Aquí hay mucha honradez. POR DON BENITO P
Es muy honrada, muy virtuosa dijo con amargura el millonario, Pero, para mí, como sí no existiera. ¡Ay, Luis; estoy solo! Yo creo que la vida debe ser otra cosa: tanta honradez es inaguantable. Llegaba hasta el jardín la vocecita de la hija de Sánchez Morueta, cantando al piano el Goizeko izarra, la invocación melancólica á la estrella de la mañana.
Al volver de sus viajes, Rafael hablaba con cierta admiración del yegüero y de los veladores a sus órdenes que cuidaban el ganado durante la noche. Eran hombres de una honradez primitiva, con el espíritu petrificado por la soledad y la monotonía de su existencia.
No poco he leído yo en El ente dilucidado del padre Fuente la Peña, y en El gobierno general, moral y político hallado en las fieras, etc., del reverendo padre Valdecebro, sobre las virtudes e inteligencias de los brutos, y más he leído aún en autores novísimos, sabios y poetas, entre los que se distinguen el doctor Jonatas Franklin y el novelista Mery por las habilidades, honradez y talento que atribuye a un elefante en su novela El paraíso terrestre.
Poco importa que allá en sus altas teorías, la honradez, la lealtad y la sinceridad sean palabras destituidas de sentido, puesto que nada significan ni pueden significar, en no admitiendo un órden moral; el filósofo arrostra sin vacilar una inconsecuencia, ó mejor diremos, ni aun repara en ella: las ideas y sentimientos morales se agitan en su alma desde el momento que se le llama inmoral: deja de ser sofista y vuelve á ser hombre.
Cirilo era hijo de un primo en tercero o cuarto grado de su padre; ella de un modesto empleado en Hacienda. Cuando Reynoso llegó de América, Cirilo trabajaba con corto sueldo en una casa de banca y estaba ya en relaciones amorosas con su actual esposa; ambos perfectamente sanos. Era un joven activo, inteligente, de una honradez a prueba.
Está en la Modelo; tú fíjate bien, Isidro; ¡un hijo mío en la Modelo!... Yo, que soy su padre, podré parecer tosco y pasar por ignorante, pero allí donde he estado nadie ha tenido que decir de mi, y los jefes me citaban como modelo de honradez.
No señora. No tengo valor para tanto. Además, tiemblo al pensar lo que ocurriría en esta casa si yo hablase. ¿Qué pensaría mi pobre Andresito? ¿Qué diría don Eugenio, que es la honradez personificada? Y la verdad es que debía hablar a mi marido para abrirle los ojos, pues aunque resulte un malvado en casa, es un tonto fuera de ella. Esa mujer le engaña y se burla de él.
Palabra del Dia
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