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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Tratarán de rendirnos por hambre. No, tío dijo Hans ; no esperarán tanto, pues veo que vuelven a la carga: ¡mira! Acercáronse todos a la puerta y vieron a los piratas avanzar por la explanada. Se deslizaban como serpientes amparándose en los matorrales. ¿Tratarán de cortar los horcones? preguntó Van-Horn, aterrorizado . ¡A ellos, señor Cornelio!
Respondíle que me dejase tomar parecer con nosotros mismos, y fué el que mis pescadores me dieron, decir que el fin de todos los males, y el mayor de ellos, era el acabar la vida, la cual se había de sustentar por todos los medios posibles, como no fuesen por los de la infamia; y que, pues en los partidos que nos ofrecían no intervenía ninguna, y del perder la vida estábamos tan ciertos, como dudosos de la defensa, sería bien rendirnos y dar lugar a la mala fortuna que entonces nos perseguía, pues podría ser que nos guardase para mejor ocasión.
Juan Claudio se había aproximado. Al cabo de algunos segundos, la anciana, levantando la cabeza, comenzó a decir, mientras le miraba: ¡Qué! Estamos bloqueados; el enemigo quiere rendirnos por hambre. Es verdad, Catalina contestó Juan Claudio . Yo no esperaba esto; contaba con un ataque a viva fuerza; pero los kaiserlicks no saben lo que puede suceder.
»-No corre por ti esa razón -respondió Leonela-, porque el amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda, con éste corre y con aquél va despacio, a unos entibia y a otros abrasa, a unos hiere y a otros mata, en un mesmo punto comienza la carrera de sus deseos y en aquel mesmo punto la acaba y concluye, por la mañana suele poner el cerco a una fortaleza y a la noche la tiene rendida, porque no hay fuerza que le resista. Y, siendo así, ¿de qué te espantas, o de qué temes, si lo mismo debe de haber acontecido a Lotario, habiendo tomado el amor por instrumento de rendirnos la ausencia de mi señor? Y era forzoso que en ella se concluyese lo que el amor tenía determinado, sin dar tiempo al tiempo para que Anselmo le tuviese de volver, y con su presencia quedase imperfecta la obra. Porque el amor no tiene otro mejor ministro para ejecutar lo que desea que es la ocasión: de la ocasión se sirve en todos sus hechos, principalmente en los principios. Todo esto sé yo muy bien, más de experiencia que de oídas, y algún día te lo diré, señora, que yo también soy de carne y de sangre moza. Cuanto más, señora Camila, que no te entregaste ni diste tan luego, que primero no hubieses visto en los ojos, en los suspiros, en las razones y en las promesas y dádivas de Lotario toda su alma, viendo en ella y en sus virtudes cuán digno era Lotario de ser amado. Pues si esto es ansí, no te asalten la imaginación esos escrupulosos y melindrosos pensamientos, sino asegúrate que Lotario te estima como tú le estimas a él, y vive con contento y satisfación de que, ya que caíste en el lazo amoroso, es el que te aprieta de valor y de estima. Y que no sólo tiene las cuatro eses que dicen que han de tener los buenos enamorados, sino todo un ABC entero: si no, escúchame y verás como te le digo de coro.
No podrá hacer nada respondió el anciano con sencillez . Los alemanes saben que nuestras municiones están en el Falkenstein; temen un levantamiento general cuando hayan invadido la Lorena y quieren asegurar su retaguardia. El general enemigo se ha dado cuenta de que no nos puede vencer a viva fuerza y trata de rendirnos por hambre.
Palabra del Dia
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