Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de julio de 2025
A la caída de la tarde, algunos casoares, grandes aves que tienen, a veces, hasta cinco pies de alto y cuyas alas están reducidas a una especie de muñones, que no les permite volar, huyeron a todo correr por la llanura. Querido Cornelio dijo el Capitán bastante inquieto , creo que se nos prepara una mala noche. ¿Temes un asalto? Sí, hijo mío. Somos cuarenta, tío querido.
Pues yo no los veo. No importa; ellos nos han visto dijo el Capitán, que se había quedado pensativo. ¿Y temes que nos ataquen? Ahora, no; pero temo por los chinos. Como sepan que hay australianos caníbales en la playa, no querrán desembarcar. Capitán Van-Stael, ¿habéis oído? dijo el viejo marino que había entregado a un chino la caña del timón. Sí, viejo mío; pero no renunciaré a la pesca.
La empleada respondió prorrumpiendo en una carcajada llena de juventud. ¿Mi jubilación? Gracias a Dios, amigo mío, estoy todavía fuerte y espero evitar durante algunos años el ser arrinconada. Sin duda... Pero es precisamente por eso... Estás joven y activa... No temes los viajes... Y, por otra parte, eres hija y madre de soldado... Explícate... Oye.
-Naturalmente eres cobarde, Sancho -dijo don Quijote-, pero, porque no digas que soy contumaz y que jamás hago lo que me aconsejas, por esta vez quiero tomar tu consejo y apartarme de la furia que tanto temes; mas ha de ser con una condición: que jamás, en vida ni en muerte, has de decir a nadie que yo me retiré y aparté deste peligro de miedo, sino por complacer a tus ruegos; que si otra cosa dijeres, mentirás en ello, y desde ahora para entonces, y desde entonces para ahora, te desmiento, y digo que mientes y mentirás todas las veces que lo pensares o lo dijeres.
-El miedo que tienes -dijo don Quijote- te hace, Sancho, que ni veas ni oyas a derechas; porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son; y si es que tanto temes, retírate a una parte y déjame solo, que solo basto a dar la victoria a la parte a quien yo diere mi ayuda.
Inés, tú eres víctima de un gran error. ¿Temes a doña María, temes a la de Leiva, temes a esas siniestras y medrosas figuras que constantemente te están vigilando con sus ojos terribles? Pues bien; esas dos personas no son para ti otra cosa que dos figurones como los que asustan a los chicos. Acércate, tócalos y verás cómo son cartón puro. No sé qué quieres decir.
Pues si temes eso, ¿por qué te quieres mover de aquí? Es que, por otra parte, parece que nos conviene ir a la villa. Pues entonces id benditos de Dios. No me explico bien, señor don Justo. Pues explícate mejor. Voy a hacerlo sin rodeos. A usted ¿qué le parece? ¿Nos conviene o no nos conviene salir de aquí? Antes de responder a esa pregunta, necesito que tú me respondas a otra.
¡La calumniadora eres tú!... ¡Tú, bribona! ¡Bribona!... ¿Porque te ha despreciado le acusas, infame? ¿No temes que se abra la tierra y te trague?... En aquel momento un hujier la cogió por un brazo y la empujó brutalmente hacia la puerta.
Cuando cerré mi carta, estaba yo tranquilo. En ella le hablé francamente: «¿A qué pensar en eso, Linilla mía? ¡Te amo, te adoro! ¿Qué motivos tienes para dudar de mi fidelidad? Me ofendes cuando dices que tarde o temprano he de olvidarte. Angelina: eres cruel conmigo, y no temes lastimar mi corazón. ¿No dices que me amas? Pues entonces, ¿por qué dudas así de mi cariño?
Salió una mano por la reja, y tomó la bolsa. Ahora, ábreme dijo don Pedro. ¡Ah, no! ¡no, señor! exclamó vivamente Esperanza. ¡Ya, ya te entiendo! ¿Te parece poco el diamante y el bolso, ó temes que pueden ser falsos? No; no, señor, es que soy una doncella honrada. Oye, acaban de dar las ánimas; desde aquí á las doce de la noche van cuatro horas; ¿puedes tú bajar á las doce á esta reja?
Palabra del Dia
Otros Mirando