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Actualizado: 25 de julio de 2025


Si temes dejarme sola en nuestra choza, debes llevarme contigo. Mucho me alegraría acompañarte. Pero, madre, dime ahora, ¿existe semejante Hombre Negro? ¿Y lo has visto alguna vez? ¿Y es ésta su señal? ¿Quieres dejarme en paz, si te lo digo de una vez? le preguntó su madre. , si me lo dices todo, respondió Perla. Pues bien, una vez en mi vida encontré al Hombre Negro, dijo la madre.

Se diría que doña Luz procuraba taparse los oídos interiores del alma, y que, a pesar de esto, oía a veces una voz honda, delgada y penetrante, que la zahería, diciendo: «¿Es posible que hayas sido tan vana que hayas imaginado que te amaba este bendito siervo de Dios? ¿No es ridículo que te hayas atormentado de puro presuntuosa, calculando los estragos de un mal involuntario que suponías haber hecho? ¿No temes que el diablo se ría de ti, y que Dios también se ría, si en Dios cabe risa, cuando miren en lo interior de tu conciencia y vean cuánto te halagaba, a la par que te asustaba, la fatua invención de que ibas a matar de amor y de celos a este pobre fraile?

MANRIQUE. No, Leonor; tus votos indiscretos no complacen a Dios; ellos le ultrajan. ¿Por qué temes? Huyamos; nadie puede separarme de ti... ¿Tiemblas?... ¿Vacilas? LEONOR. ¡; Manrique!... ¡Manrique!... Ya no puede ser tuya esta infeliz; nunca... mi vida, aunque llena de horror y de amargura, ya consagrada está, y eternamente, en las aras de un Dios omnipotente.

ELECTRA. ¡Pero si me has recomendado todo lo contrario! En tu rostro, en tus ojos, veo cambiadas radicalmente las condiciones de tu vida. temes, Electra. ELECTRA. . . MÁXIMO. : corran libres tus impulsos, para que cuanto hay en ti se manifieste, y sepamos lo que eres. ELECTRA. ¡Lo que soy! ¿Quieres conocer...? MÁXIMO. Tu alma... ELECTRA. Mis secretos...

Al volver, su mujer estaba sentada en la cama. ¡Es decir, que temes que te la robe! ¡Qué soy una ladrona! No mires así... Has sido imprudente, nada más. ¡Ah! ¡Y a ti te lo confían! ¡A ti, a ti! ¡Y cuando tu mujer te pide un poco de halago, y quiere... me llamas ladrona a ! ¡Infame! Se durmió al fin. Pero Kassim no durmió.

Pen-Ouët es idiota; ¿no sabes que los malos espíritus no entran nunca bajo el techo que cubre a un loco? Jan y su fuego que dan vueltas con tanta rapidez como la devanadera de una vieja, Jan y su fuego huirían a la voz de Pen-Ouët como una alondra ante el cazador. ¿Qué temes, pues?

LEONOR. No, no morirás; yo iré a salvarte; del tirano feroz la sangrienta mano con mi llanto bañaré. ¿Temes? Leonor te responde de su cariño y virtud. ¿Aún dudas con inquietud? Ya no puedo ser del Conde. Cámara del Conde de Luna; éste estará sentado cerca de una mesa y don Guillén a su lado de pie. DON NU

Lo temo, Cornelio; y será prudente alejarse cuanto antes de estos sitios. Pues busquemos la chalupa. Vamos a ver. Empiezo a estar inquieto. ¿Temes que la hayan descubierto? , Cornelio. Sería un gran desastre para nosotros. , sobrino mío. Allí veo el teck que ha de servirnos de guía: la chalupa tiene que estar a pocos pasos de ese árbol enorme.

Callaba, y comía y bebía. Paco, con la boca llena, pero no por modo grosero, sino casi elegante, hablaba, brillante la pupila, rojas las mejillas, con el sombrero echado hacia el cogote. Ella está enamorada, de eso estoy seguro... pero ... no eres el de otras veces... parece que la temes.

Por torpe que sea, ya debo comprender los signos de bonanza y tempestad manifestó tristemente. ¿Por qué ocultarme tus penas? ¿Te da vergüenza que yo las sepa? No debes tenerla... Ya ves, las mías las sabe todo el mundo, y por eso no me abochorno. El amar no ha sido jamás delito... ¿Temes hacerme sufrir demasiado mostrándome los estragos de tu pasión? Desecha ese temor.

Palabra del Dia

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