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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Era casi un sirviente, un inmigrante rubio tirando á rojo, carnudo, algo pesado y con ojos bovinos que reflejaban un eterno miedo á desagradar á sus jefes.
La triste verdad era que, a pesar de los alientos que había cobrado mi tío, los temporales crudos le mataban, y que los quebrantos de su cuerpo se le reflejaban en el espíritu por más que se empeñaba en disimularlo.
Nubes de color de hulla reflejaban en el mar su lento arrastre; lluvias azotantes se derramaban sobre la cubierta, seguidas de un sol incendiario que á los pocos minutos era borrado por un nuevo aguacero. Estas nubes preñadas de cataratas, esta noche tendida en pleno sol sobre el Atlántico, habían sido el terror de los antiguos.
Así, con esa fe desesperada, con la amarga complacencia de haber sabido comprender la estéril verdad, había vivido años, y estas opiniones se reflejaban demasiado fielmente en su arte, que era negador, frío y amargo.
Como cielo y mar estaban serenos y el viento era próspero, el viaje iba haciéndose con felicidad y prontitud. Al subir una mañana sobre cubierta, nuestros seis principales personajes se extasiaron admirando el azul transparente de las aguas, rizadas apenas por el soplo de la brisa, donde se reflejaban el más claro azul del cielo y las ligeras nubes, que parecían de nácar, purpura y oro.
Llevaban caminando cerca de una hora y se imaginaban que sólo habían transcurrido unos minutos. Al llegar á los jardines de la Villa Nazionale, cerca del Acuario, se detuvieron un instante. Había más luz y menos gente que en el camino de Possilipo. Huyeron de los faros eléctricos de la vía Caracciolo, que reflejaban en el mar sus lunas de nácar.
A un lado se levantaban las torres de la Alhambra, y más cerca los chapiteles elevados de Generalif , que reflejaban los rayos del sol, debilitados en las blancas cumbres de Belet y Muley Hacen . Mi padre me dejó solo por aquellos vergeles, que yo recorría desvanecido y soñando en la hora de precipitarme en pos de ti, querido amigo.
»Por la noche hablé con Pepe Guzmán, según lo convenido entre los dos. Le di cuenta de lo acordado con el banquero y con mi madre; y como mi resolución era más poderosa que mis fuerzas, los desfallecimientos de éstas se reflejaban demasiado en el ritmo de mis palabras y hasta en el color de mi rostro.
No podía averiguarlo Verónica. Lo importante para ella era el hecho, y el hecho bien a la vista estaba. Otro suceso que fue completa novedad para la colegiala: su hermano tenía achaques también; es decir, nuevos, muchos, demasiados achaques; pero en este infeliz se cumplía rigurosamente la ley común: se le reflejaban claramente en el espíritu los que le desorganizaban y consumían el cuerpo.
Procediendo por inducción, le llevó luz y un vaso de agua. Pero don Roque se enfureció, tiró el vaso al suelo, gritó como un energúmeno. Imposible, no obstante, averiguar qué querían decir aquellos rumores huecos, temerosos, infernales, que nacían en su garganta, y antes de salir se reflejaban con terrible resonancia cuatro o cinco veces en las paredes de su enorme cavidad bocal.
Palabra del Dia
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