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Actualizado: 27 de julio de 2025


El joven pensaba que los frailes habían tenido miedo a las exaltaciones del señor Vicente, comprendiendo que su santa locura un tanto andariega no podía permanecer en un convento. Pero vivo lo mismo continuó que si perteneciese a una orden. Tengo mi regla. Un señor sacerdote me escribió en un papel lo que debo hacer a todas horas, y sigo sus indicaciones, bajo pena de desagradar al Señor.

Pero he visto y estoy viendo maltratada a la religión y sus ministros, estoy viendo en peligro la salvación de muchas almas, veo todos los días al divino Jesús y su dulce nombre escarnecidos por los impíos que mandan casualmente en España, poniéndole una corona de espinas mil veces más dolorosa que la que llevó en Jerusalén... y siento que sus ojos me imploran y escucho su voz celestial que me solicita para que afloje un poco aquella terrible corona... ¿Crees que debo posponer los sublimes intereses de la religión, la salud de mi alma y la gloria de Jesús al pueril temor de desagradar al mundo?

¡Mi traje de boda! exclamé con estupor. Dios mío, todavía no estamos en ese caso. Ante la cara de contrariedad de la abuela, contuve la risa, pronta a escaparse. La abuela, seguramente no puede imaginar que yo pueda desagradar al señor Desmaroy, y no se le pasa tampoco por la cabeza que yo pueda renunciar a un partido tan soberbio.

Menos Josefina, que no podía explicarse todo el alcance de la conversación, todos tomaron parte en ella: mostrando su opinión unos acaloradamente, con tibieza otros, como quien ignora la de los dueños de la casa y no quiere desagradar; este hablando en nombre de la moral ultrajada, y aquél tratando de darse por ingenioso, mientras alguno comía en silencio, riéndose para sus adentros en general de la virtud, y en particular de los virtuosos.

Residia en Algeciras un astrólogo afamado, cuyo nombre era Adh-dhobí. No bien subió Hixem al trono, le mandó llamar para que le predijese su destino, lo que el astrólogo rehusó hacer al pronto temiendo desagradar al nuevo rey.

Adalberto, ¿no tienes noticias de Roberto? preguntó con voz ruda y metálica, que debía penetrar hasta en los menores rincones de la casa. La pregunta pareció desagradar al anciano, quien movió la cabeza como si hubiera querido rechazarla lejos; ella turbaba su quietud matinal. Un hijo muy afectuoso, hay que confesarlo continuó ella, y su amarga sonrisa se acentuó aún más.

Era casi un sirviente, un inmigrante rubio tirando á rojo, carnudo, algo pesado y con ojos bovinos que reflejaban un eterno miedo á desagradar á sus jefes.

La señora de la casa, cuando tiene invitados, debe cuidarse personalmente de que esté la comida bien presentada y a tiempo; un plato bien condimentado pierde su mérito si no se presenta con gusto. El uso ha introducido para la mesa reglas que es preciso conocer para no desagradar a los convidados. Desde el principio ha de estar puesta la mesa tal y como ha de quedar hasta el fin de la comida.

Aquel buen humor de Juana, que chocaba a todos, estaba muy lejos de desagradar a su marido; por el contrario, gustábale mucho. Es una mujer domada se decía . Esto es lo que hay; está domada.

Clementina había vuelto á ponerse dura y arisca y acabó de desagradar definitivamente á Fortunato, el cual, creyendo necesario quemar sus naves y cortarse por completo la retirada, dijo en tono muy dulce: La consecuencia que tocaré, querida prima, será verte tomar mi parte en la herencia; tómala, pues: creo que no es un precio muy elevado para la libertad.

Palabra del Dia

godella

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