United States or Trinidad and Tobago ? Vote for the TOP Country of the Week !


El monólogo en que Don Juan expresa la lucha, que sostiene entre su amor, siempre vivo y ferviente, y entre las inspiraciones de su conciencia, acerca de la vanidad de las leyes del honor, y la necesidad en que se halla de guardar esa costumbre general, es de un patético profundo; preséntase entonces Don Alvaro, y estrecha entre sus brazos á Serafina dormida, pero en el mismo instante suenan dos tiros detrás de la escena, y el raptor y la robada caen en tierra llenos de sangre.

Igualdad tan justa no se comprende que pueda ser destruida por la doctrina de la humanidad ascendente, que el Sr. Gener sostiene con tanto entusiasmo. En el modo de entender la igualdad cristiana, el Sr. Gener, obcecado por la pasión antireligiosa, incurre en varios errores.

La más industrial de todas; la que con Panay comparte la fabricación del riquísimo nipis, tela preciosa que sostiene con ventaja la competencia con los más preciados tejidos extranjeros.

Cuelgan de las ramas del mangle un poderoso anzuelo revestido de un buen pedazo de carroña, que se mantiene á flor de agua; de la argolla del anzuelo, parte, á más del cabo que lo sostiene, una extensa y gruesa mata de abacá, cuyos hilos rematan en tres ó cuatro cañas muy largas que fuertemente anudan.

Es mi felicidad, y al mismo tiempo mi tormento. Perla es quien me sostiene viva en este mundo. Perla también me castiga. ¿No véis que ella es la letra escarlata, capaz solamente de ser amada y dotada de un poder infinito de retribución por mi falta? No me la quitaréis: primero moriré.

Dos son las mas poderosas objeciones que parece demuestra este sugeto, en las cuales apoya y sostiene los fundamentos de su oposicion. La primera, la dificultosa navegacion que hizo Villarino en el reconocimiento del Rio Negro hasta el Catapuliché, donde llegó, que ella misma demuestra su inutilidad para el comercio.

El agente de negocios me hacía saber, además, que la familia con quien se pleiteaba, al parecer no aprovecharía de su triunfo, pues se hallaba ahora en lucha con la corona, que se había despertado al ruido de aquellos millones y que sostiene que la sucesión en litigio le pertenece por derecho de abolengo.

El alma es la quimera, que vive entre las nubes y se harta de ilusiones hasta que se disuelve en la hora postrimera. En vano me resisto a toda esta evidencia. El espíritu es nada, la materia es potencia que sostiene y engendra las funciones vitales. Al hombre, por lo tanto, le basta la materia para explicar la vida con toda su miseria, con todos sus quebrantos y con todos sus males.

Augusto Miquis expone con su acostumbrada originalidad una peregrina paradoja. Según él, la mejor manera de acabar con los carlistas es dejarlos triunfar, traer a D. Carlos a Madrid y plantarle en el Trono. En España, el primer paso para la ruina de una causa es su triunfo. El carlismo guerrero se sostiene. El carlismo establecido no podrá durar un mes.

De vez en cuando un agujero, por el que se veía el interior de la catedral, con una profundidad que causaba vértigos. Eran aspilleras verticales, estrechas bocas de pozo, por cuyo fondo pasaban las personas como hormigas sobre las baldosas del templo. Por estos agujeros bajaban las cuerdas de las grandes lámparas y la cadena dorada que sostiene el Cristo sobre la reja del altar mayor.