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11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar. 14 No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos. 15 Desampárala, no pases por ella; apártate de ella, y pasa. 17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de violencia. 21 No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón.

No, señor; un momento nada más... y eso porque Soleá me había pasado dos recaos, uno hace quince días y el otro ayer mismo, por un amigo que la vió en la tienda de la Parra... Se disculpaba todavía con empeño, sin convencerse de que Velázquez no estuviese enfadado. No importa que entres y salgas en mi casa cuando bien te venga... Te lo he preguntao por hablar algo.

La señora está aquí... Pero te dice que no pases, porque vendrás llena de miseria...». En aquel momento apareció por otro lado la señorita Obdulia, chillando: «Nina, bien venida seas; pero antes de que entres en casa, hay que fumigarte y ponerte en la colada... No, no te arrimes a . ¡Tantos días entre pobres inmundos!... ¿Ves qué bonito está todo?».

Yo gozaba, no sabré deciros qué placer; pero me sentía feliz y joven, y poderoso: me sentía engrandecido. , la dije, mientras ella callaba, con la vista inclinada, las mejillas encendidas, sobresaltada: quiero que no vuelvas al taller. ¿Y qué he de hacer? me dijo. ¿Gravar a usted? ¿vivir en el ocio? No, no podría. Quiero que entres en un colegio. ¿Y para qué? No: eso no puede ser.

Allí María le dijo, tomando el agua bendita, que le ofreció con la punta de los dedos. Ahora te quedarás debajo del coro a oír la misa; yo me voy a poner cerca del altar. ¡Cuidado que mires para una sola vez! Ya comprendes que eso sería profanar el templo y en tal caso más vale que no entres. No, no te miraré aunque me cueste mucho trabajo. Dame tu palabra de que lo harás así. Te la doy.

Anda, rica, cañamón de los ángeles; tráeme lo que te pido, así Dios te la vida celestial que te tienes ganada, y tres más, y así te coronen los serafines cuando entres en el Cielo con tu patita coja...». La monja pasaba... trun, trun... hiriendo los guijarros con aquel pie duro que debía ser como la pata de una silla; y no concedía a la prisionera ni respuesta ni mirada.

Magdalena se había desplomado en su butaca, quedando inmóvil e intensamente pálida. ¡Oh! ¡hija mía! gritó Avrigny, demudándose como ella. ¡Ah! ¡ le das la muerte, Amaury! Y alzándola en sus brazos la llevó al aposento contiguo. Amaury siguió al doctor. ¡No entres! dijo éste deteniéndole en el umbral de la puerta. Magdalena necesita asistencia. ¿Acaso no soy médico?

Porque se harán alas, como alas de águila, y volarán al cielo. 7 porque cual es su pensamiento en su alma, tal es él. 8 ¿Comiste tu parte? La vomitarás; y perderás tus suaves palabras. 9 No hables a oídos del loco; porque menospreciará la prudencia de tus razones. 10 No traspases el término antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos;

»Quise dirigirme al cuarto de Magdalena, pero él me detuvo diciéndome estas palabras: » No entres: se despertaría. »Y siguió su camino sin preocuparse más de , con la frente baja, la mirada fija y un dedo sobre los labios, absorbido su pensamiento por una idea exclusiva. »Yo, no sabiendo qué hacer hasta que Magdalena despertase, ensillé a Sturm y salí a dar un paseo.

Pero al pasar frente a la cocina vió en el piso un mar de sangre. Empujó violentamente la puerta entornada, y lanzó un grito de horror. Berta, que ya se había lanzado corriendo a su vez al oir el angustioso llamado del padre, oyó el grito y respondió con otro. Pero al precipitarse en la cocina, Mazzini, lívido como la muerte, se interpuso, conteniéndola: ¡No entres! ¡No entres!