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Empujó violentamente las dos hojas de la ventana, y arrodillándose de repente junto a ella, sacó afuera, como a que el aire se la humedeciese, la cabeza; y la tuvo apoyada algún tiempo sobre el marco, sin que le molestase aquella almohada de madera. ¡No puede ser! ¡no puede ser! dijo levantándose de pronto : Juan va a quererla. Lo conozco cada vez que la mira.

Lo conocí en Nápoles, ocupado en buscar por todas partes á su padre. ¡Ah!... Ulises lanzó esta exclamación avanzando el cuello violentamente, como si quisiera despegar su cráneo del resto del cuerpo. Los ojos se le salían de las órbitas. El padre continuó el joven manda un buque... Es el capitán Ulises Ferragut.

Anoche, sin ir más lejos, en la posada del Pájaro Verde, dijo Roger, que acababa de reconocer á Rodín, el pechero amenazado por Tristán y que tan violentamente se expresara contra el rey y sus nobles y en particular contra su señor el barón de Ansur. ¡Calla, pues es verdad! ¿Y qué llevas en ese zurrón? Nada de valor, alguna ropa y media docena de libros.

Las manos se dejaron tocar á través de los guantes con una pasividad resignada, pero de pronto resucitaron, desprendiéndose violentamente de las de Miguel, como si acabasen de recibir un profundo choque. «¡No! ¡no!» Y el príncipe tuvo la convicción de que entre los dos existía una especie de flúido repelente, algo que no había conocido hasta entonces: el miedo á su persona.

Asaltadas por todas partes por los antiguos propietarios del terreno, acaban por abandonar el sitio que el derrumbamiento de su roca madre le había hecho conquistar violentamente. El botánico, que las estudia en su nuevo ambiente, las ve perecer poco á poco.

Sin duda se había fijado en él. Martín se adelantó a salir, y el domador le dijo: Espera, no has pagado. Ahora nos veremos. Te voy a echar los perros como al oso. Martín retrocedió espantado; el domador le contemplaba con una sonrisa feroz. Martín recordó el sitio por donde entró y empujando violentamente la lona la abrió y salió fuera de la barraca. El domador quedó chasqueado.

Un ruido lejano se percibe, ruido que se acerca más y más; Isagani vuelve la cabeza y su corazon comienza á latir violentamente; un coche viene tirado por caballos blancos, los caballos blancos que distinguiría entre cien mil. En el coche vienen Paulita, doña Victorina y la amiga de la noche anterior.

El rápido torrente hacía temblar mis piernas y doblarse mis rodillas; guijarros de punta me cortaban los pies; pequeñas piedras arrastradas chocaban aún contra , y la corriente me empujaba violentamente.

Seguía en un estado de agitación bien visible. D. Martín la embromó acerca de su falta de apetito. ¿Estaría por ventura enamorada? A pesar de su inclinación a la iglesia, él apostaba a que había de concluir apasionándose violentamente. De una sola ojeada conocía él los temperamentos destinados al amor.

Celebrábanse con gran pompa funciones de desagravio a la Virgen por las impiedades vertidas en el Congreso de los Diputados, funciones que en alguna ocasión terminaron violentamente por la intervención del populacho.