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Actualizado: 1 de julio de 2025


Así, cuando Orestes llegó a la casa de su antiguo Pílades, llevaba su alma en tal estado que sin abusar de la metáfora puede decirse que rugía en ella una tempestad furiosa. Sacudió violentamente el cordón de la campanilla, sin fijarse en el hecho de que la pata de liebre de la calle de San Nicolás se había trocado en pata de ganso.

Al prorrumpir en estas exclamaciones, dichas a gritos, Melchor se había levantado de la mesa en que almorzaban arrojando violentamente la servilleta que al dar contra una copa la volteó y dirigiose a las piezas interiores en una de las que entró dando un formidable portazo. Debemos irnos ahora mismo, Lorenzo.

A los pocos momentos, mucho antes de que mis amigos llegasen a la puerta del castillo y antes también de que Juan pensase en abrirla, se oyó un gran estrépito en la habitación iluminada, como si la lámpara hubiese sido arrojada violentamente al suelo y desapareció la luz que salía por la ventana.

Sus rojas aguas, sumamente agitadas, arrastraban, borbollando, innumerables trozos de vegetacion, y hasta troncos gigantescos, arrancados violentamente á los ribazos por la corriente. Nada hay estable sobre su paso.

Y en otra nueva y más terrible reacción, se alzó, y desnudando violentamente su daga, exclamó: ¡Muerta por !... ¡y yo, miserable, vivo! Y volvió la punta de su daga al pecho. Pero en aquel momento, se sintió sujeto por detrás, asidos los brazos, retenidos por otros brazos que le apretaban con la fuerza de una cadena de hierro. ¡Oh! ¡no! ¡no! ¡mientras yo esté á vuestro lado! dijo una voz.

Y tuvo una explosión de alegría formidable, rompiendo a reír violentamente y entrecortando su risa con profundos sollozos sin lágrimas. El cura se apresuró a desmentir aquella falsa nueva, hija de una compasión estúpida, y preciso fue ya decirle de una vez que su hijo había muerto... Pero el cura se detuvo allí espantado y no tuvo valor para decirle cómo ni cuándo.

Ver el portal fue para la prójima, como para el pájaro, que ciego y disparado vuela, topar violentamente contra un muro.

Enormes bancos de plantas marítimas, que parecían sábanas flotantes de diversos colores, venian del lado de Terranova, haciendo su larga peregrinacion hacia las regiones del sudeste, violentamente azotados por las olas.

Pero al pasar frente a la cocina vió en el piso un mar de sangre. Empujó violentamente la puerta entornada, y lanzó un grito de horror. Berta, que ya se había lanzado corriendo a su vez al oir el angustioso llamado del padre, oyó el grito y respondió con otro. Pero al precipitarse en la cocina, Mazzini, lívido como la muerte, se interpuso, conteniéndola: ¡No entres! ¡No entres!

No permaneció mucho tiempo solo el español. Le pareció oir muy lejos, como apagadas por las colgaduras y los tabiques, voces que casi eran gritos. Luego sonaron pasos más próximos, se levantó violentamente un cortinaje y entró Elena en la biblioteca seguida de su esposo. Era una Elena transformada también por los acontecimientos.

Palabra del Dia

dubenic

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